“Aire y clima suave sobre un valle apacible entre dulces colinas. Techos de palmas, techos de zinc, rojos o platinados, una vegetación exuberante, de jardín y huerta doméstico, en patios y solares. Unos montes lejanos, tiernamente azules” (R.G).
Upata,
para el año (1931) en que Rómulo Gallegos va de la mano de Rafael Lezama, en
acopio de material para su novela de la selva (Canaima), aún vivía del tránsito
de los carreros del Yuruari, lánguidamente, por supuesto, pues ya había sido
introducido el automóvil. Vivía de los fletes de las cargas y del dinero de los
forasteros cuando se dirigían a las montañas purgueras y a las minas de oro de
El Callao.
Hoy
ha cambiado su modo de vida. Vive de la agricultura y la cría, de la
explotación de sus minas de caolín, dolomita y manganeso, de sus industrias maderera
y láctea y, en fin, de su vecindad con Ciudad Guayana que es centro industrial
y energético de Bolívar y Venezuela.
Originalmente,
Upata se denominó “Nuestra Señora de
Candelaria” y fue fundada el 13 de enero de 1739 por el padre misionero
Félix de Livia, con 25 familias llegadas de las Islas Canarias, pero esta
primera fundación fracasó por la muerte del cura misionero y 34 de los
pobladores, situación que se agravó con la invasión de Santo Tomás de Guayana y
las misiones por los corsarios ingleses, lo cual determinó la disolución del
pueblo.
Veintitrés
años después de este primer intento de fundación se hizo otro con mejor suerte.
Entonces se bautizó con el nombre de
Villa de San Antonio de Upata, en honor a sus patronos San Antonio de Padua. La
fundaron los Capuchinos catalanes, entre ellos, el Prefecto Benito de la
Garriga y los Conjúdices Narciso de la Bisbal y José de la Guardia, el 7 de
julio de 1762, tras la autorización de don José Diguja y Villagómez, Gobernador
de Nueva Andalucia, provincia de la cual comenzó a depender Guayana en 1733.
Como
fecha oficial de la fundación de Upata se tiene, no obstante, el 7 de julio de
1762, un mes después del Rey don Carlos III haber ordenado por Titulo Real el
traslado del gobierno y población de la Provincia de Guayana a la Angostura del
Orinoco, subordinada al Virreinato de Santa Fe.
El
7 de julio, cuando se plantó la Cruz y se oficializó la fundación, ya había en
la villa una Iglesia, 11 casas y 12 labranzas iniciadas a comienzos de ese año
por los padres Jaime Anglesola y Domingo de Olot junto con indios de Cupapuy y
Altagracia, pero las primeras diez familias no se instalaron en las casa sino
el 13 de septiembre junto con José Antonio Cervera, padre asignado a la Iglesia,
la cual bendijo en el rito de la primera misa cuatro días después.
Upata
está ubicada en las tierras del río Yuruari que nace al pie del cerro El
Totumo, a 664 metros sobre el nivel del mar y que luego de un curso de 230
kilómetros desemboca en el Cuyuní. Un río menor que también le baña es el
Yocoima, a cuyas márgenes ha crecido su población que para 1991 era de 73.360
habitantes, sumadas la de las parroquias de El Palmar y El Manteco.
Con
el autóctono e indígena nombre de Upata que traducido al castellano significa “Rosa de la montaña”, se identificaba la
hija del Cacique Yocoima que, según la leyenda murió flechada por un indio,
celoso de verla en brazos de un hispano de la conquista.
Para
ese tiempo del descubrimiento y la conquista, el valle del Yocoima estaba
habitado por indios caribes, guayanos, pariagotos y guaicas. Descendientes de
esas etnias fueron alistados en el ejército patriota a partir de 1817 cuando el
General Manuel Piar penetró y tomó las Misiones del Caroní.
El
doctor Carlos Rodríguez Jiménez dice en el primer tomo de su libro Upata que
indios de esa villa así como de Cupapui, Altagracia y las otras Misiones
Capuchinas, figuraron notoriamente en la Batalla de San Félix, ganada en la
Mesa de Chirica, y que el Batallón Rifles que tomo parte en todas las campañas
del Libertador, incluidas la de Carabobo y Ayacucho, lo formó Bolívar con
veteranos nativos de Upata.
En
1817 cuando patriotas realizaron la campaña de Guayana iniciada por Cedeño y
Piar y culminada por el Libertador con la toma de Angostura y de Guayana la
Vieja, las Misiones del Caroní cuyo centro capital era Upata, contaba con más
de 50 mil cabezas de ganado vacuno y caballar que le sirvieron a los patriotas
para alimentar a las tropas y adquirir
los pertrechos y equipos militares que requerían para las campañas del Centro y
Nueva Granada, incluso, la imprenta donde se editó el Correo del Orinoco, fue
pagada en parte con 25 mulas traídas de las misiones.
Upata
después de ser pueblo misionero pasó a ser Cantón y su jurisdicción abarcaba
todo el sur de la provincia de Guayana, incluyendo al Esequibo. En 1864 cuando
a raíz de la Guerra Federal fue creado el Estado Soberano de Guayana, Upata
pasó a ser Departamento dividido en los distritos Upata como capital, Puerto de
Tablas, Gurí, San Antonio, Pastora, Tupuquén, Tumeremo, Miamo, Guasipati, El
Palmar, Cupapui y Nueva Providencia.
Posteriormente
el Departamento Upata pasó a llamarse Departamento Yuruari al adquirir relevancia
la explotación aurífera en esa cuenca. En 881, el Departamento Yuruari fue
elevado a la categoría de Territorio Federal Yuruari por decreto del Presidente
de la República Antonio Guzmán Blanco, pero Upata perdió su jerarquía de
Capital a favor de Guasipati que la mantuvo en las dos ocasiones: de 1881 a
1891 y de 1900 a 1909. Asimismo mientras el Yuruari constituyó una de las dos
secciones en que se dividía el Estado Bolívar desde el punto de vista de la
administración regional.
En
agosto de 1909, al dividirse el país en 20 Estados y 2 Territorios Federales
(Amazonas y el Delta) desapareció la
figura del Territorio Federal Yuruari, pero a nivel regional el Estado Bolívar
quedó dividido en Sección Bolívar, capital Ciudad Bolívar y Sección Yuruari, capital
Guasipati. Esta última integrada por los
distritos Roscio y Piar.
El
primer Gobernador de la Sección Yuruari fue el General Juan Fernández Amparan.
Ese status duró hasta el 16 de febrero de 1914 cuando el Presidente del Estado
Bolívar, David Gimón eliminó el decreto de las Secciones y el Estado quedó dividido en distritos y
municipios. Upata entonces pasó a ser
capital del Distrito Piar que comprendía a los municipios foráneos San
Félix o Puerto de Tablas, El Palmar y El Manteco.
En
1961 para la formación del distrito Caroní, Upata perdió al Municipio San Félix
y Ciudad Bolívar a Puerto Ordaz y Matanzas, no obstante la campaña en contra
llevada a cabo por las municipalidades de ambas cabeceras distritales. Desde
1989 que se abolió la figura del distrito, el antiguo Distrito Piar es ahora
Municipio Piar, capital Upata, con una superficie de 18.174 Km2 y al cual
quedaron integrados en calidad de Parroquias los antiguos municipios foráneos
de El Manteco y El Palmar. Su máxima autoridad local es el Alcalde electo
directamente por el pueblo junto con los miembros del Concejo Municipal y de
las Juntas de Parroquias.
La
Upata contemporánea es la tercera ciudad importante del Estado Bolívar, la
única del Estado Bolívar hasta hoy que ha dado un Presidente de la República
(Dr. Raúl Leoni Otero) bajo cuya administración se le dotó de acueducto
alimentado por una presa construida en Cupapuicito, con lo cual se solucionó en
parte el problema de abastecimiento de agua potable a la población.
Upata,
capital del municipio de su nombre, a 149 kilómetros de Ciudad Bolívar y 56 de
Ciudad Guayana, disfruta a una altura de 340 metros de una temperatura media de
25 grados centígrados. Siempre desde los días de su fundación, ha tenido vida
propia gracias a sus recursos agrícolas, pecuarios y mineros. Posee yacimientos
de caolín, dolomita y manganeso, utilizados en la industria de la cerámica y en
los procesos de la industria siderúrgica.
Pero
como el resto de los pueblos de su jurisdicción, vive fundamentalmente de la ganadería
y la agricultura dada la feracidad de su suelo amparado por un clima realmente
agradable y benigno. Los ganaderos en los últimos tiempos han afincado su
actividad en la ganadería lechera que actualmente surte a la principal
industria Láctea localizada en la propia jurisdicción.
Desde
los tiempos de los carreros del Yuruari, Upata es famosa por el temple y
carisma de sus mujeres. “Pueblo de
mujeres bonitas” la llaman y Gallegos lo ratifica en su novela Canaima: “... y como es fama que este es el pueblo de
las mujeres bonitas. Pues ya usted verá si será agradable la fiesta. Aquellos
montes azules son los de Nuria y este farallón es la famosa Piedra de Santa
María, de donde brota un agua que viene a representar lo que la cabeza de
sapoara representa en Ciudad Bolívar: cebo para atrapar forasteros. Ya lo
llevarán allá las muchachas para bautizarlo con el agua que mana del peñón, a
fin de que se case con una Upatense y eche raíces aquí. O cargue con ella para
donde prefiera que es lo que a ellas les interesa”.
Además
de la Piedra de Santa María, Upata tiene otros atractivos e incentivos como el
babandí, liana a la que se le atribuyen propiedades afrodisíacas de comprobada
eficacia.
Atrae
asimismo la Capilla de Agustín Parasco, ánima a la que se encomienda mucha
gente y el Cerro Tomasote, llamado así en recuerdo de un bandido ladrón de
caballos y mujeres que tenía su guarida en el cerro. Pero hay algo más que hace
acogedor el apacible valle upatense. Es el espíritu sano, divertido y sencillo
de su gente. Gente buena, amable, y, definitivamente, ese clima aludido por
Gallegos y sus noches de luna llena asomada por el lado opuesto de El Corozo,
un cerro insustraible del recuerdo de los que alguna vez retozaron en su
declive, flechados como la hija del cacique Yocoima.
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