domingo, 23 de julio de 2017

San Antonio de Upata

         “Aire y clima suave sobre un valle apacible entre dulces colinas. Techos de palmas, techos de zinc, rojos o platinados, una vegetación exuberante, de jardín y huerta doméstico, en patios y solares. Unos montes lejanos, tiernamente azules” (R.G).


         Upata, para el año (1931) en que Rómulo Gallegos va de la mano de Rafael Lezama, en acopio de material para su novela de la selva (Canaima), aún vivía del tránsito de los carreros del Yuruari, lánguidamente, por supuesto, pues ya había sido introducido el automóvil. Vivía de los fletes de las cargas y del dinero de los forasteros cuando se dirigían a las montañas purgueras y a las minas de oro de El Callao.
         Hoy ha cambiado su modo de vida. Vive de la agricultura y la cría, de la explotación de sus minas de caolín, dolomita y manganeso, de sus industrias maderera y láctea y, en fin, de su vecindad con Ciudad Guayana que es centro industrial y energético de Bolívar y Venezuela.
         Originalmente, Upata se denominó “Nuestra Señora de Candelaria” y fue fundada el 13 de enero de 1739 por el padre misionero Félix de Livia, con 25 familias llegadas de las Islas Canarias, pero esta primera fundación fracasó por la muerte del cura misionero y 34 de los pobladores, situación que se agravó con la invasión de Santo Tomás de Guayana y las misiones por los corsarios ingleses, lo cual determinó la disolución del pueblo.
         Veintitrés años después de este primer intento de fundación se hizo otro con mejor suerte. Entonces se  bautizó con el nombre de Villa de San Antonio de Upata, en honor a sus patronos San Antonio de Padua. La fundaron los Capuchinos catalanes, entre ellos, el Prefecto Benito de la Garriga y los Conjúdices Narciso de la Bisbal y José de la Guardia, el 7 de julio de 1762, tras la autorización de don José Diguja y Villagómez, Gobernador de Nueva Andalucia, provincia de la cual comenzó a depender Guayana en 1733.
         Como fecha oficial de la fundación de Upata se tiene, no obstante, el 7 de julio de 1762, un mes después del Rey don Carlos III haber ordenado por Titulo Real el traslado del gobierno y población de la Provincia de Guayana a la Angostura del Orinoco, subordinada al Virreinato de Santa Fe.
         El 7 de julio, cuando se plantó la Cruz y se oficializó la fundación, ya había en la villa una Iglesia, 11 casas y 12 labranzas iniciadas a comienzos de ese año por los padres Jaime Anglesola y Domingo de Olot junto con indios de Cupapuy y Altagracia, pero las primeras diez familias no se instalaron en las casa sino el 13 de septiembre junto con José Antonio Cervera, padre asignado a la Iglesia, la cual bendijo en el rito de la primera misa cuatro días después.
         Upata está ubicada en las tierras del río Yuruari que nace al pie del cerro El Totumo, a 664 metros sobre el nivel del mar y que luego de un curso de 230 kilómetros desemboca en el Cuyuní. Un río menor que también le baña es el Yocoima, a cuyas márgenes ha crecido su población que para 1991 era de 73.360 habitantes, sumadas la de las parroquias de El Palmar y El Manteco.
         Con el autóctono e indígena nombre de Upata que traducido al castellano significa “Rosa de la montaña”, se identificaba la hija del Cacique Yocoima que, según la leyenda murió flechada por un indio, celoso de verla en brazos de un hispano de la conquista.
         Para ese tiempo del descubrimiento y la conquista, el valle del Yocoima estaba habitado por indios caribes, guayanos, pariagotos y guaicas. Descendientes de esas etnias fueron alistados en el ejército patriota a partir de 1817 cuando el General Manuel Piar penetró y tomó las Misiones del Caroní.
         El doctor Carlos Rodríguez Jiménez dice en el primer tomo de su libro Upata que indios de esa villa así como de Cupapui, Altagracia y las otras Misiones Capuchinas, figuraron notoriamente en la Batalla de San Félix, ganada en la Mesa de Chirica, y que el Batallón Rifles que tomo parte en todas las campañas del Libertador, incluidas la de Carabobo y Ayacucho, lo formó Bolívar con veteranos nativos de Upata.
         En 1817 cuando patriotas realizaron la campaña de Guayana iniciada por Cedeño y Piar y culminada por el Libertador con la toma de Angostura y de Guayana la Vieja, las Misiones del Caroní cuyo centro capital era Upata, contaba con más de 50 mil cabezas de ganado vacuno y caballar que le sirvieron a los patriotas para alimentar a las tropas y  adquirir los pertrechos y equipos militares que requerían para las campañas del Centro y Nueva Granada, incluso, la imprenta donde se editó el Correo del Orinoco, fue pagada en parte con 25 mulas traídas de las misiones.
         Upata después de ser pueblo misionero pasó a ser Cantón y su jurisdicción abarcaba todo el sur de la provincia de Guayana, incluyendo al Esequibo. En 1864 cuando a raíz de la Guerra Federal fue creado el Estado Soberano de Guayana, Upata pasó a ser Departamento dividido en los distritos Upata como capital, Puerto de Tablas, Gurí, San Antonio, Pastora, Tupuquén, Tumeremo, Miamo, Guasipati, El Palmar, Cupapui y Nueva Providencia.
         Posteriormente el Departamento Upata pasó a llamarse Departamento Yuruari al adquirir relevancia la explotación aurífera en esa cuenca. En 881, el Departamento Yuruari fue elevado a la categoría de Territorio Federal Yuruari por decreto del Presidente de la República Antonio Guzmán Blanco, pero Upata perdió su jerarquía de Capital a favor de Guasipati que la mantuvo en las dos ocasiones: de 1881 a 1891 y de 1900 a 1909. Asimismo mientras el Yuruari constituyó una de las dos secciones en que se dividía el Estado Bolívar desde el punto de vista de la administración regional.
         En agosto de 1909, al dividirse el país en 20 Estados y 2 Territorios Federales (Amazonas y el Delta)  desapareció la figura del Territorio Federal Yuruari, pero a nivel regional el Estado Bolívar quedó dividido en Sección Bolívar, capital Ciudad Bolívar y Sección Yuruari, capital Guasipati.  Esta última integrada por los distritos Roscio y Piar.
         El primer Gobernador de la Sección Yuruari fue el General Juan Fernández Amparan. Ese status duró hasta el 16 de febrero de 1914 cuando el Presidente del Estado Bolívar, David Gimón eliminó el decreto de las Secciones  y el Estado quedó dividido en distritos y municipios. Upata entonces pasó a ser  capital del Distrito Piar que comprendía a los municipios foráneos San Félix o Puerto de Tablas, El Palmar y El Manteco.
         En 1961 para la formación del distrito Caroní, Upata perdió al Municipio San Félix y Ciudad Bolívar a Puerto Ordaz y Matanzas, no obstante la campaña en contra llevada a cabo por las municipalidades de ambas cabeceras distritales. Desde 1989 que se abolió la figura del distrito, el antiguo Distrito Piar es ahora Municipio Piar, capital Upata, con una superficie de 18.174 Km2 y al cual quedaron integrados en calidad de Parroquias los antiguos municipios foráneos de El Manteco y El Palmar. Su máxima autoridad local es el Alcalde electo directamente por el pueblo junto con los miembros del Concejo Municipal y de las Juntas de Parroquias.
         La Upata contemporánea es la tercera ciudad importante del Estado Bolívar, la única del Estado Bolívar hasta hoy que ha dado un Presidente de la República (Dr. Raúl Leoni Otero) bajo cuya administración se le dotó de acueducto alimentado por una presa construida en Cupapuicito, con lo cual se solucionó en parte el problema de abastecimiento de agua potable a la población.
         Upata, capital del municipio de su nombre, a 149 kilómetros de Ciudad Bolívar y 56 de Ciudad Guayana, disfruta a una altura de 340 metros de una temperatura media de 25 grados centígrados. Siempre desde los días de su fundación, ha tenido vida propia gracias a sus recursos agrícolas, pecuarios y mineros. Posee yacimientos de caolín, dolomita y manganeso, utilizados en la industria de la cerámica y en los procesos de la industria siderúrgica.
         Pero como el resto de los pueblos de su jurisdicción, vive fundamentalmente de la ganadería y la agricultura dada la feracidad de su suelo amparado por un clima realmente agradable y benigno. Los ganaderos en los últimos tiempos han afincado su actividad en la ganadería lechera que actualmente surte a la principal industria Láctea localizada en la propia jurisdicción.
         Desde los tiempos de los carreros del Yuruari, Upata es famosa por el temple y carisma de sus mujeres. “Pueblo de mujeres bonitas” la llaman y Gallegos lo ratifica en su novela Canaima: “... y como es fama que este es el pueblo de las mujeres bonitas. Pues ya usted verá si será agradable la fiesta. Aquellos montes azules son los de Nuria y este farallón es la famosa Piedra de Santa María, de donde brota un agua que viene a representar lo que la cabeza de sapoara representa en Ciudad Bolívar: cebo para atrapar forasteros. Ya lo llevarán allá las muchachas para bautizarlo con el agua que mana del peñón, a fin de que se case con una Upatense y eche raíces aquí. O cargue con ella para donde prefiera que es lo que a ellas les interesa”.
         Además de la Piedra de Santa María, Upata tiene otros atractivos e incentivos como el babandí, liana a la que se le atribuyen propiedades afrodisíacas de comprobada eficacia.
         Atrae asimismo la Capilla de Agustín Parasco, ánima a la que se encomienda mucha gente y el Cerro Tomasote, llamado así en recuerdo de un bandido ladrón de caballos y mujeres que tenía su guarida en el cerro. Pero hay algo más que hace acogedor el apacible valle upatense. Es el espíritu sano, divertido y sencillo de su gente. Gente buena, amable, y, definitivamente, ese clima aludido por Gallegos y sus noches de luna llena asomada por el lado opuesto de El Corozo, un cerro insustraible del recuerdo de los que alguna vez retozaron en su declive, flechados como la hija del cacique Yocoima.



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