martes, 4 de julio de 2017

El Manatí

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   Este mamífero gigante del Atlántico remonta el Orinoco, donde es capturado con arpón o palambre de veinte anzuelos, para aprovechar su piel, la grasa y su carne de cuatro sabores. Interesante entrevista con el pescador más viejo del Orinoco.

        Al dictador Juan Vicente Gómez, cuando estuvo en Ciudad Bolívar sometiendo a los revolucionarios de la Guerra Libertadora, le llamó fascinantemente la atención este sirenio llamado Manatí y en 1932 se le cumplieron sus deseos de tener un ejemplar en el zoológico de Maracay.
        Fue un regalo del Presidente del Estado Bolívar, Dr. Toribio Muñoz (1931-1933). Según la información publicada en el vespertino El Luchador del 12 de marzo de 1932, el Manatí era de pocos meses y fue capturado con arpón. Tendría un metro de longitud y unos 30 kilos de peso.
        El Manatí gigante mide hasta cuatro metros y según los estudios hechos hasta ahora puede vivir medio siglo, si es que lo dejan vivir porque como otros pisciformes del mar y del río, también tiene voraces depredadores que no respetan su tamaño para atraparlo de alguna forma y aprovechar tanto su piel como su grasa, su carne y sus huesos.
        Oscar Castro, alias Corocoro, el pescador más antiguo del Orinoco, sostiene que la carne de este sirenio tiene según sus partes y color, sabor de cordero, de res, cerdo y lau-lau.
        -Que tenga sabor de lau-lau no extraña porque, al fin y al cabo, ambos se alimentan de gamelotes, ramas y frutas.
        -También la res y el cordero son herbívoros.
        -Pero no son acuáticos, ni tampoco anfibios.
        -Tienes razón.
        Oscar Castro, a quien ya se le ha olvidado su nombre porque la gente lo ha obligado desde muchacho a responder por “Corocoro”, lleva sesenta años pescando en el Orinoco y vive en la misma orilla del río padre, fumando cachimba y remendando redes durante su tiempo de ocio.
        Vive en la margen izquierda del río, al borde de la colina donde el armador Alberto Minet tiene la casa más placentera de Soledad y desde donde se domina el empinado casco urbano de Ciudad Bolívar y la Piedra del Medio que mide las subidas y bajadas del río.
        Oscar Castro, además de pescador fue fiscal de pesca y caza hasta que el MAC lo jubiló después de haberle servido durante treinta años. Entonces era sesentón. Hoy es octogenario. Cuidaba Corocoro las tortugas de Pararupa y también las bocas de los caños contra el aldrin y el barbasco que suelen emplear los enemigos de la fauna orinoquense.
        Cuando comenzó a ser fiscal de pesca, asistió a unas cuantas charlas y aprendió muchas cosas, entre ellas, lo que significaba continuar sin control con la captura del caimán, la tortuga arrau y el manatí. Eran piezas de la fauna orinoqueña que corrían el riesgo de desaparecer por la forma intensa e irracional de su explotación.
        Castro cree que de estos anfibios, el Manatí es el que está en desventaja. Quedan pocos, acaso menos de un centenar, incluyendo no sólo los que pueblan el Bajo Orinoco y Apure sino también el Delta y el Golfo de Paria.
        El amigo Oscar Castro nos configura el manatí como un zeppelín, de tamaño que puede variar entre tres y cuatro metros en su estado bien desarrollado. Su trompa, vista de perfil, se asemeja a la de un cerdo y de frente alienta el aire de una tortuga. Delante, a manera de brazos cortos tiene dos aletas y en la parte posterior sólo la cola, la cual termina en un borde redondeado. El color de su piel, gruesa y rugosa, varía de acuerdo con el ambiente de su habitat. En el mar, gris azulado y en el río, pardo claro.
        Es manso, fácil de capturar con palangre y arpón, especialmente en tiempo de aguas bajas. Al manatí de mar los pescadores y marinos lo llaman vaca marina. No obstante respirar como los seres humanos pues tienen pulmones y sangre caliente, paren sus hijos debajo del agua y los amamantan con unas ubres que apenas le cuelgan cerca de las axilas.
        -¿Para qué la captura de estos animales?
        -Su carne es sabrosa. Tiene cuatro sabores y, además de su piel utilizada para fabricar bastones, se aprovecha la grasa y los huesos que muchos hacen pasar por marfil. La piel y los huesos, reducidos a ceniza igualmente son utilizados para el tratamiento de ciertos males como el asma y para detener hemorragias.
        Pero ésos son usos que pasaron a la historia de los tiempos en que el Manatí abundaba en las costas de Paria y el Orinoco. Hoy apenas quedan unos pocos protegidos por la veda. Una veda tardíamente dispuesta por el Ministerio del Ambiente y la cual data de septiembre del 78, año en que también la Fundación de Defensa de la Naturaleza (FUNDENA) programó un estudio a través de los científicos, Edgardo Mondolfi y Kalus Muller, quienes alarmados, dieron la alerta sobre el crítico estado de merma de esta valiosísima especie de la fauna orinoqueña.
        Para Castro, el manatí es el animal acuático más grande del Orinoco. Luego le sigue el caimán, la tonina y en cuarto lugar estaría el Lau-lau que crece hasta dos metros y al igual que el Manatí hay que pescar con palangre o arpón, y con carnada a grandes profundidades.
        Considera que el Lau-lau, además de hábitos carnívoros, pues cae con carnada, se alimenta, al igual que el Manatí, de ramas, frutas y gamelotes. El lo ha capturado entre Caicara y el Delta y de todos los bagres del Orinoco, no sólo es el más grande sino el de carne más exquisita. Tiene gran demanda y es el único pez del Orinoco que usted encuentra en el Menú de los mejores restaurantes.
        Después del Lau-lau, en demanda, le sigue el Bagre amarillo. Su carne es de excelente calidad y se puede pescar no sólo en el canal del Orinoco sino también en las zonas de inundación, vale decir, en rebalses o lagunas, al igual que la sapoara, lo que no suele ocurrir con el Lau-lau.
        Otros bagres de menor demanda son el Blanco Pobre, Cajaro, Cabo de hacha, Doncella, Dorado, Mapurite, Rayao, Bagretigre, Bagre yaque, Bagre garbanzo, Bagre paisano y Bagre zapato.
        Todos esos bagres han pasado por el paladar de Corocoro, pero lo que no nos explicamos es porqué Oscar Castro, bolivarense del Barrio la Alameda, donde nació esa gran promotora del béisbol amateur que fue doña Luisa Alameda, lo apodan Corocoro, siendo éste un pez de mar y él un hombre de río.
        -Ese apodo del que jamás pude librarme, se lo debo a un maldito paisano que me encontró semejanza, no con el sabroso corocoro de mar, que tanto abunda en los mares de la Isla de Coche, sino con esa garcita negra llamada así y que mucho anda por estos lares.
        -Lo que quiere decir, que usted como la Corocora tampoco sale del río.
        -Así es. Desde la edad de 12 años no he podido alejarme del río y cuando una vez quise cambiarlo por el mar, debí regresar porque no es lo mismo naufragar en el mar que en el río donde la costa está al alcance inmediato de uno. El río, chico, es mi vida, es mi manera de ser y de sentir y la pesca el oficio más placentero del mundo. Y ahora, para mayor fortuna del pescador, el pescado se paga bien, tanto o mejor que la carne.
        -Usted, por supuesto, ¿con tantos años de pesca acumulados, debe estar rico?
        -Qué voy a tener, estoy más limpio que el c...
        -¿Y esa casa, ese familión, esas redes, esas curiaras, esos motores?
        -Todo eso se lo debo al río, pero de allí no pasa, porque si bien el pescado pasó a equipararse en precio a la carne, el de los insumos ha subido tanto como el precio del dólar.
        -Entonces, ¿la situación está mala para usted?
        -Para mí y unos cuantos.
        -¿A qué partido político de tantos pertenece, Corocoro?
        -Nunca he sido político.
        -Cuando votas, ¿por quién lo haces?
        -No te puedo decir.
        -Desde que tienes uso de razón ¿cuál crees que ha sido el mejor Presidente de la República?
        -Te voy a decir la verdad: Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez.
        -¿Conociste a Gómez, por casualidad?
        -Lo conocí en Macuto. Tenía yo 18 años y navegaba en un barco llamado el San Vicente.
        Oscar Castro, primero que pescador fue marinero de los barcos de la Venezolana de Navegación. Recuerda que a muy corta edad lustraba zapatos y a los trece debió embarcarse en El Amparo, capitaneado por el Cabo Vito, en el cual sufrió más de un mareo cuando el barco salía del estuario orinoqueño rumbo a Trinidad, Maracaibo o Curazao.
        Un día se cansó de El Amparo y se embarcó en El Delta, con el capitán Chity Pardo. Allí conoció a Pedro Estrada, trabajando como Contador. Él que se ganaría en la década del 50 el título de Chacal de Güiria dejó durante su paso por el Delta, evidencias claras de lo que sería después cuando le tocó ser Jefe de la terrible Seguridad Nacional. Perseguía y amenazaba a la marinería para evitar que pasara alguna pacotilla de contrabando.
        Luego fue marino del Bienvenido, un barco inglés que hacía escala en Trinidad, Barbados, Martinica, San Lorenzo y Cayena, transportando ganado desde Ciudad Bolívar. Ganaba 27 dólares al mes, un poco más que en El Delta y casi lo mismo de lo que comenzó a devengar después (1945) en el remolcador Alberto Lewis, donde prácticamente terminaron sus andanzas de marino.
        El Alberto Lewis naufragó el 5 de diciembre de 1945 cuando remolcaba una chalana cargada de yeso, desde Puerto Colón a Puerto Cabello. Se hundió en las Bocas de Trinidad, entre Los Paticos e Islas de Patos.
        -A punto de perecer ahogados estuvimos once tripulantes que nadando buscábamos alcanzar la costa, cuando al cabo de cuatro horas apareció el barco Aída y la Lancha Fiscal de Güiria para socorrernos. A bordo venía Luis Piñerúa Ordaz, quien era el Administrador de la Aduana.
        -Pedro Estrada te trató mal y Piñerúa te salvó. Allí está la diferencia entre Dictadura y Democracia: sin embargo, tú tienes mejor percepción del gobierno dictatorial ¿por qué?
        -Por el orden, la disciplina. Hoy en día cualquier pavito te falta el respeto y si lo reprendes con un jalón de oreja, inmediatamente te cita el Consejo Venezolano del Niño.
        -El Instituto Nacional del Menor ¿querrás decir?
        -Para el caso es igual, chico.
        -De manera Corocoro, ¿qué la democracia definitivamente no funciona?
        -Sí funciona, lo que pasa es que tiene las manos muy blandas, pero no vayas a poner esa vaina.
        Oscar Castro es un personaje pintoresco de la angostura del Orinoco. Muy solicitado por quienes desean navegar el río y enterarse de la pesca artesanal. Cosa rara, Corocoro no cree mucho en la religión católica, tampoco en brujería ni en nada por el estilo. Sin embargo, le preguntamos si creía en Dios.
        -No creo en Dios sino en una mano poderosa.
        -Entonces, ¿niegas la existencia de Dios?
        -¿Quién vió a Dios para retratarlo? Nadie
        -¿Y en Jesucristo?
        -No, porque se dejó j... por los judíos.
        -Pero, resucitó.
        -Ese es el negocio de los curas.
        -¿Y en los Santos?
        -No en los de cartón, ni en los de palo o yeso.
        -¿Y en la Virgen del Valle?
        -¡En esa si es verdad que no dejo de creer!




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