Este mamífero gigante del Atlántico remonta
el Orinoco, donde es capturado con arpón o palambre de veinte anzuelos, para
aprovechar su piel, la grasa y su carne de cuatro sabores. Interesante
entrevista con el pescador más viejo
del Orinoco.
Al dictador Juan Vicente Gómez, cuando estuvo en
Ciudad Bolívar sometiendo a los revolucionarios de la Guerra Libertadora, le
llamó fascinantemente la atención este sirenio llamado Manatí y en 1932 se le cumplieron sus deseos de tener un ejemplar
en el zoológico de Maracay.
Fue un regalo del Presidente del Estado
Bolívar, Dr. Toribio Muñoz (1931-1933). Según la información publicada en el
vespertino El Luchador del 12 de
marzo de 1932, el Manatí era de pocos meses y fue capturado con arpón. Tendría
un metro de longitud y unos 30 kilos de peso.
El Manatí gigante mide hasta cuatro
metros y según los estudios hechos hasta ahora puede vivir medio siglo, si es
que lo dejan vivir porque como otros pisciformes del mar y del río, también
tiene voraces depredadores que no respetan su tamaño para atraparlo de alguna
forma y aprovechar tanto su piel como su grasa, su carne y sus huesos.
Oscar Castro, alias Corocoro, el
pescador más antiguo del Orinoco, sostiene que la carne de este sirenio tiene
según sus partes y color, sabor de cordero, de res, cerdo y lau-lau.
-Que tenga sabor de lau-lau no extraña
porque, al fin y al cabo, ambos se alimentan de gamelotes, ramas y frutas.
-También la res y el cordero son
herbívoros.
-Pero no son acuáticos, ni tampoco
anfibios.
-Tienes razón.
Oscar Castro, a quien ya se le ha
olvidado su nombre porque la gente lo ha obligado desde muchacho a responder
por “Corocoro”, lleva sesenta años pescando en el Orinoco y vive en la misma
orilla del río padre, fumando cachimba y remendando redes durante su tiempo de
ocio.
Vive en la margen izquierda del río, al
borde de la colina donde el armador Alberto Minet tiene la casa más placentera
de Soledad y desde donde se domina el empinado casco urbano de Ciudad Bolívar y
la Piedra del Medio que mide las subidas y bajadas del río.
Oscar Castro, además de pescador fue
fiscal de pesca y caza hasta que el MAC lo jubiló después de haberle servido
durante treinta años. Entonces era sesentón. Hoy es octogenario. Cuidaba
Corocoro las tortugas de Pararupa y también las bocas de los caños contra el
aldrin y el barbasco que suelen emplear los enemigos de la fauna orinoquense.
Cuando comenzó a ser fiscal de pesca,
asistió a unas cuantas charlas y aprendió muchas cosas, entre ellas, lo que
significaba continuar sin control con la captura del caimán, la tortuga arrau y
el manatí. Eran piezas de la fauna orinoqueña que corrían el riesgo de
desaparecer por la forma intensa e irracional de su explotación.
Castro cree que de estos anfibios, el
Manatí es el que está en desventaja. Quedan pocos, acaso menos de un centenar,
incluyendo no sólo los que pueblan el Bajo Orinoco y Apure sino también el
Delta y el Golfo de Paria.
El amigo Oscar Castro nos configura el
manatí como un zeppelín, de tamaño que puede variar entre tres y cuatro metros
en su estado bien desarrollado. Su trompa, vista de perfil, se asemeja a la de
un cerdo y de frente alienta el aire de una tortuga. Delante, a manera de
brazos cortos tiene dos aletas y en la parte posterior sólo la cola, la cual termina
en un borde redondeado. El color de su piel, gruesa y rugosa, varía de acuerdo
con el ambiente de su habitat. En el mar, gris azulado y en el río, pardo
claro.
Es manso, fácil de capturar con palangre
y arpón, especialmente en tiempo de aguas bajas. Al manatí de mar los
pescadores y marinos lo llaman vaca
marina. No obstante respirar como los seres humanos pues tienen pulmones y
sangre caliente, paren sus hijos debajo del agua y los amamantan con unas ubres
que apenas le cuelgan cerca de las axilas.
-¿Para qué la captura de estos animales?
-Su carne es sabrosa. Tiene cuatro
sabores y, además de su piel utilizada para fabricar bastones, se aprovecha la
grasa y los huesos que muchos hacen pasar por marfil. La piel y los huesos,
reducidos a ceniza igualmente son utilizados para el tratamiento de ciertos
males como el asma y para detener hemorragias.
Pero ésos son usos que pasaron a la
historia de los tiempos en que el Manatí abundaba en las costas de Paria y el
Orinoco. Hoy apenas quedan unos pocos protegidos por la veda. Una veda
tardíamente dispuesta por el Ministerio del Ambiente y la cual data de
septiembre del 78, año en que también la Fundación de Defensa de la Naturaleza
(FUNDENA) programó un estudio a través de los científicos, Edgardo Mondolfi y
Kalus Muller, quienes alarmados, dieron la alerta sobre el crítico estado de
merma de esta valiosísima especie de la fauna orinoqueña.
Para Castro, el manatí es el animal
acuático más grande del Orinoco. Luego le sigue el caimán, la tonina y en
cuarto lugar estaría el Lau-lau que crece hasta dos metros y al igual que el
Manatí hay que pescar con palangre o arpón, y con carnada a grandes
profundidades.
Considera que el Lau-lau, además de
hábitos carnívoros, pues cae con carnada, se alimenta, al igual que el Manatí,
de ramas, frutas y gamelotes. El lo ha capturado entre Caicara y el Delta y de
todos los bagres del Orinoco, no sólo es el más grande sino el de carne más
exquisita. Tiene gran demanda y es el único pez del Orinoco que usted encuentra
en el Menú de los mejores restaurantes.
Después del Lau-lau, en demanda, le
sigue el Bagre amarillo. Su carne es de excelente calidad y se puede pescar no
sólo en el canal del Orinoco sino también en las zonas de inundación, vale
decir, en rebalses o lagunas, al igual que la sapoara, lo que no suele ocurrir
con el Lau-lau.
Otros bagres de menor demanda son el
Blanco Pobre, Cajaro, Cabo de hacha, Doncella, Dorado, Mapurite, Rayao,
Bagretigre, Bagre yaque, Bagre garbanzo, Bagre paisano y Bagre zapato.
Todos esos bagres han pasado por el
paladar de Corocoro, pero lo que no
nos explicamos es porqué Oscar Castro, bolivarense del Barrio la Alameda, donde
nació esa gran promotora del béisbol amateur que fue doña Luisa Alameda, lo
apodan Corocoro, siendo éste un pez
de mar y él un hombre de río.
-Ese apodo del que jamás pude librarme,
se lo debo a un maldito paisano que me encontró semejanza, no con el sabroso
corocoro de mar, que tanto abunda en los mares de la Isla de Coche, sino con
esa garcita negra llamada así y que mucho anda por estos lares.
-Lo que quiere decir, que usted como la
Corocora tampoco sale del río.
-Así es. Desde la edad de 12 años no he
podido alejarme del río y cuando una vez quise cambiarlo por el mar, debí
regresar porque no es lo mismo naufragar en el mar que en el río donde la costa
está al alcance inmediato de uno. El río, chico, es mi vida, es mi manera de
ser y de sentir y la pesca el oficio más placentero del mundo. Y ahora, para
mayor fortuna del pescador, el pescado se paga bien, tanto o mejor que la
carne.
-Usted, por supuesto, ¿con tantos años
de pesca acumulados, debe estar rico?
-Qué voy a tener, estoy más limpio que
el c...
-¿Y esa casa, ese familión, esas redes,
esas curiaras, esos motores?
-Todo eso se lo debo al río, pero de
allí no pasa, porque si bien el pescado pasó a equipararse en precio a la
carne, el de los insumos ha subido tanto como el precio del dólar.
-Entonces, ¿la situación está mala para
usted?
-Para mí y unos cuantos.
-¿A qué partido político de tantos
pertenece, Corocoro?
-Nunca he sido político.
-Cuando votas, ¿por quién lo haces?
-No te puedo decir.
-Desde que tienes uso de razón ¿cuál
crees que ha sido el mejor Presidente de la República?
-Te voy a decir la verdad: Juan Vicente
Gómez y Marcos Pérez Jiménez.
-¿Conociste a Gómez, por casualidad?
-Lo conocí en Macuto. Tenía yo 18 años y
navegaba en un barco llamado el San
Vicente.
Oscar Castro, primero que pescador fue marinero de los
barcos de la Venezolana de Navegación.
Recuerda que a muy corta edad lustraba zapatos y a los trece debió embarcarse
en El Amparo, capitaneado por el Cabo Vito, en el cual sufrió más de un
mareo cuando el barco salía del estuario orinoqueño rumbo a Trinidad, Maracaibo
o Curazao.
Un día se cansó de El Amparo y se embarcó en El
Delta, con el capitán Chity Pardo.
Allí conoció a Pedro Estrada,
trabajando como Contador. Él que se ganaría en la década del 50 el título de Chacal de Güiria dejó durante su paso
por el Delta, evidencias claras de lo que sería después cuando le tocó ser Jefe
de la terrible Seguridad Nacional. Perseguía
y amenazaba a la marinería para evitar que pasara alguna pacotilla de
contrabando.
Luego fue marino del Bienvenido, un barco inglés que hacía
escala en Trinidad, Barbados, Martinica, San Lorenzo y Cayena, transportando
ganado desde Ciudad Bolívar. Ganaba 27 dólares al mes, un poco más que en El
Delta y casi lo mismo de lo que comenzó a devengar después (1945) en el
remolcador Alberto Lewis, donde
prácticamente terminaron sus andanzas de marino.
El Alberto
Lewis naufragó el 5 de diciembre de 1945 cuando remolcaba una chalana
cargada de yeso, desde Puerto Colón a Puerto Cabello. Se hundió en las Bocas de
Trinidad, entre Los Paticos e Islas de Patos.
-A punto de perecer ahogados estuvimos
once tripulantes que nadando buscábamos alcanzar la costa, cuando al cabo de
cuatro horas apareció el barco Aída y
la Lancha Fiscal de Güiria para socorrernos. A bordo venía Luis Piñerúa Ordaz,
quien era el Administrador de la Aduana.
-Pedro Estrada te trató mal y Piñerúa te
salvó. Allí está la diferencia entre Dictadura y Democracia: sin embargo, tú
tienes mejor percepción del gobierno dictatorial ¿por qué?
-Por el orden, la disciplina. Hoy en día
cualquier pavito te falta el respeto y si lo reprendes con un jalón de oreja,
inmediatamente te cita el Consejo Venezolano del Niño.
-El Instituto Nacional del Menor
¿querrás decir?
-Para el caso es igual, chico.
-De manera Corocoro, ¿qué la democracia
definitivamente no funciona?
-Sí funciona, lo que pasa es que tiene
las manos muy blandas, pero no vayas a poner esa vaina.
Oscar Castro es un personaje pintoresco de la angostura del
Orinoco. Muy solicitado por quienes desean navegar el río y enterarse de la
pesca artesanal. Cosa rara, Corocoro no cree mucho en la religión católica,
tampoco en brujería ni en nada por el estilo. Sin embargo, le preguntamos si
creía en Dios.
-No creo en Dios sino en una mano
poderosa.
-Entonces, ¿niegas la existencia de
Dios?
-¿Quién vió a Dios para retratarlo?
Nadie
-¿Y en Jesucristo?
-No, porque se dejó j... por los judíos.
-Pero, resucitó.
-Ese es el negocio de los curas.
-¿Y en los Santos?
-No en los de cartón, ni en los de palo
o yeso.
-¿Y en la Virgen del Valle?
-¡En esa si es verdad que no dejo de
creer!
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