martes, 23 de mayo de 2017

Museo de Ciudad Bolívar



Es una fortuna la de Ciudad Bolívar disponer no sólo del Museo de Arte Moderno “Jesús Soto”,del Museo Etnográfico del Orinoco, del Museo Geológico y Minero sino también del Museo de Ciudad Bolívar, un poco heterogéneo pero donde fundamentalmente se conserva de manera permanente un siglo de pintura  venezolana.

El 20 de noviembre de 1973, el Presidente de la República, Rafael Caldera inauguró en la Casa del Correo del Orinoco este Museo que en marzo de 1991 cerró sus puertas al público para reabrirlas al cabo de tres años y medio que duraron los trabajos de refacción.
La Sociedad Amigos de Guayana que le dio origen bajo la dinámica presidencia del poeta Rafael Pineda, se sumaba entonces al nuevo rol de Ciudad Bolívar, frente a Ciudad Guayana que se edificaba como centro  energético y minero industrial. Había que hacer de la capital angostureña una ciudad a la par que político-administrativa, residencial y cultural.
La tradición universitaria y cultural de Ciudad Bolívar con raíces hondas, debía reverdecer aprovechándose recursos potenciales como los museos con su antecedente remoto el Museo Talavera, fundado en 1941 por Monseñor Miguel Antonio Mejía y el doctor José Gabriel Machado, pero que lamentablemente no pudo permanecer en el tiempo debido a que cada habitante que por allí pasaba se sentía con derecho a una de sus numerosas piezas de las que apenas quedan unas antiguas campanas en la Casa de San Isidro y un Cristo de Plata del siglo XVIII ante el cual oró el Libertador de Guayana, Manuel Piar, poco antes de ser pasado por las armas en la Plaza Mayor de Angostura.
Había que comenzar de nuevo con los Museos. Soto fundó el Museo de Arte Moderno; José Batista Gómes el Museo de Geología y Minas de la UDO y Rafael Pineda que disponía de una importante colección de pintura la donó como base de lo que es actualmente el Museo de Ciudad Bolívar.
De manera que el Museo de Ciudad Bolívar en la Casa del Correo del Orinoco fue el tercero que se inauguró en la capital orinoquense en menos de dos años y donde se puede apreciar, visual e históricamente, lo que ha ocurrido en las artes plásticas de Venezuela en los últimos cien años.
Consta el Museo de seis salas, más el corredor y el jardín donde se distribuyen en orden cronológico las obras, de acuerdo con la historia del arte venezolano. Se inicia la exposición (Sala Uno) con obras de Arturo Michelena, Emilio Boggio, Armando Reverón, Tito Salas, Andrés Pérez Mujica, Marcos Castillo, César Prieto y otros representantes de la llamada Escuela de Caracas y del Círculo de Bellas Artes.
La Sala dos ha sido escogida para exhibir allí la prensa donde se editó el Correo del Orinoco hasta el número noventa y uno (1818-1820) cuando el taller fue trasladado al sótano de la casa donde se había reunido el Congreso de Angostura en 1819.
Muchos se preguntarán quizás por qué una prensa tipográfica en un Museo de artes visuales. Parece incongruente pero en el fondo tiene una explicación admisible y es que el Museo se instaló precisamente en el seno natural de esa prensa de valor histórico no sólo por su manufactura primitiva sino porque en ella se editó el primer periódico libre de Guayana y el de más larga vida en el período de lucha por la independencia de Venezuela.
Como marco de esa prensa pagada en parte con mulas de las Misiones del Caroní, existe en la Sala un historial gráfico de la ciudad de Angostura en aquellos tiempos azarosos de la lucha por la emancipación americana.
Las Salas tres, cuatro y cinco, están destinadas exclusivamente a gráficas, cerámicas y dibujos que junto con las secciones de pintura y escultura demuestran lo que ha ocurrido en la plástica venezolana desde fines del siglo diecinueve hasta hoy, y podríamos decir que hasta mañana tomando en cuenta que cada año se incorporan a la institución importantes donaciones, muchas de las cuales hay que tener en depósito aguardando que el Museo amplíe sus espacios, bien adquiriendo el inmueble vecino u otro distante, pero dentro del perímetro del casco urbano.
En la sala seis, donde se hace un intento por resumir el arte venezolano desde 1942, se pueden ver obras de Alejandro Otero, Alirio Rodríguez, Carlos González Bogen, Régulo Pérez (nativos de Bolívar como Soto), Armando Barrios, Oswaldo Vigas, Braulio Salazar, Perán Erminy, Mateo Manaure, Francisco Hung, Aglays Olivero, Rafael Pérez, José Campos Biscardi, Max Pedemonte, Raúl Sánchez, Teresa Casanova y otros.
En el Zaguán que da a la calle Carabobo (el Museo está ubicado entre la calle Carabobo y el Paseo Orinoco) se exhibe una muestra de pintores primitivos. En el umbral, dos petroglifos rescatados del lecho del Lago de la Represa de Gurí en la entrada; las obras de Miguel von Dangel “Uverio-Santa Cruz del Orinoco”y “Parman-los Guires,” que son pinturas acrílicas escarchadas sobre papel cartografiado. También como algo sorprendente es posible ver un supuesto retrato de Francisco de Miranda, marfil, hecho por un  pintor inglés: John Filens (1817-1867), porque , además de los pintores nacionales, puesto que la esencia del museo es “cien años de pintura venezolana”, ha habido que habilitar espacio para pintores extranjeros que han tenido la generosidad de donarle obras a la institución. De suerte que el Museo dispone de una buena colección de obras de artistas extranjeros, donde sobresalen los de italianos por su mayor contribución.
Efectivamente, los pintores italianos están representados en el Museo de Ciudad Bolívar con el mayor número de obras. Más de 70, de diferentes técnicas, desde el acrílico a la acuarela, pasando por la técnica mixta, el collage, el dibujo y la serigrafía.
Nueve de estas obras fueron realizadas expresamente como homenaje a Simón Bolívar y a Venezuela por Gloria Persiani, Mario Bizarri, Alba Savoy, Anna María Vencheri, Aldo Mengolini, Carlos Bevilacqua, Vicenzo Gigli, María Laura Piccinello y el japonés residente en Roma, Takara Noya.
Aparte de la colección de obras italianas, el patrimonio del Museo estimado en más de 900 obras, incluye las de los siguientes maestros igualmente extranjeros: Carlos Enríquez (Cuba 1901-1957), Baltasar Lobo (España 1910-1993), Rufino Tamayo (México), Edgar Negret (Colombia), Bruno Vernier, Pérez Celis, Horacio Blas Maza y Liliana Porter (Argentina), Jorge Eilson y Joaquín Roca Rey (Perú), Ada Balcácer (República Dominicana), Duncan (Inglaterra), Felipe de Vallejo (España), Lourdes Castro (Portugal) y dos pinturas del disidente ruso Eugenio Rujín, muerto en 1974, las únicas de un pintor ruso que se encuentran en Venezuela y las cuales fueron donadas respectivamente, por la Embajada de Venezuela en Rusia y Carlos Maldonado Bourgoin
Además de este patrimonio de artes visuales debemos destacar que el inmueble construido a comienzos del siglo diecinueve a las faldas del cerro El Vigía que contienen las aguas del Orinoco, es de por sí, una obra de valor arquitectónico que según la tradición de las escrituras, perteneció al canario José Luis Cornieles, quien luego de la campaña de Guayana, se hizo amigo del Libertador y llegó a ser Alcalde Provincial. Cornieles puso a la orden del gobierno supremo sus propiedades, entre ellas la colonial casa del morichal de San Isidro que sirvió de residencia al Libertador.
La Casa del Correo del Orinoco sirvió de asiento al Taller de Impresión del Gobierno Supremo, desde 1817 hasta 1820. Luego fue utilizada a través de décadas ya como vivienda, casa de comercio y en 1968 cuando fue rescatada para su restauración era un ventorrillo.
Con motivo del sesquicentenario del primer número del Correo del Orinoco, fue creada el 7 de mayo de 1968, por disposición del Presidente de la República Raúl Leoni, una Comisión Asesora del Ministerio de Obras Públicas para la reconstrucción de dicho inmueble, procediéndose de inmediato a efectuar los trabajos preliminares de levantamiento, exploración y expropiación de los derechos de propiedad que sobre el inmueble tenían los Hermanos Torres y el Señor Fasir Greige
De acuerdo con los resultados fueron ejecutados los trabajos de exploración que consistieron en determinar la obra original que pudiera haber existido, tales como piso de ladrillo, de mollejón, recubrimiento de frisos. Con los resultados obtenidos se procedió a la elaboración del anteproyecto, el cual fue aprobado y se determinó que el uso del inmueble, una vez restaurado, sería destinado a un museo de la prensa independentista, anexándose dos inmuebles ubicados en la parte posterior como jardines. El Ministerio de Obras Públicas ejecutó los trabajos de remodelación y expropiación.
La casa había sido intervenida y deformada en algunas áreas, por lo que hubo que  hacer demoliciones incluyendo los frisos en paramentos verticales exteriores e interiores, pero manteniendo en su estado actual las molduras y una hornacina existente en la fachada, en la cual se entronizó una imagen en cerámica de Santo Tomás, de la artista María Luisa Zuloaga.

         No obstante, la reconstrucción y remodelación de este inmueble histórico acusó fallas que hubo que reparar urgentemente veinte años después, vale decir, en marzo de 1991 cuando fue cerrado por la Oficina de Revitalización del Casco Histórico del Gobierno Regional que convino con la Asociación Amigos de Guayana, asumir y costear los trabajos de refacción. Hoy felizmente, los trabajos han llegado a su final y los bolivarenses como los venezolanos en general y  turistas de todas partes del mundo que visitan la Ciudad, podrán continuar disfrutando del valioso patrimonio artístico de este Museo de Ciudad Bolívar que desde su fundación dirige Marlene Wulf de Aguirre, pero con cuya existencia y permanencia ha tenido que ver decididamente el poeta Rafael Pineda, respaldado por la Asociación Amigos de Guayana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario