jueves, 18 de mayo de 2017

La Carioca (Mercado de la Sapoara)


         La Carioca es el sitio más popular de Ciudad Bolívar. Turistas, viajeros y gente de todos los estratos convergen allí desde que amanece hasta que comienza a declinar el sol, para degustar los típicos platos de la fauna orinoquense.

         Muchos preguntan ¿por qué ese nombre de Carioca? Y casi ningún guayanés tiene la respuesta a mano. Pero suponemos que la vecindad con la antigua capital del Brasil, cuyos habitantes son conocidos como Cariocas tiene algo que ver, pero más la semejanza que en tiempo de estiaje tienen las playas en la media luna fluvial del lugar, con las playas de la bahía de Río de Janeiro. Otra versión sostiene que tiene que ver con la vuelta (vuelta Carioca) que en torno a un árbol daban allí los primeros automotores llegados a la ciudad.
         La Carioca, cuando estuvo antiguamente poblada por pescadores, era específicamente el sector comprendido entre la Laguna del Dique y la Laguna del Medio, teniendo al Orinoco al Norte separado por la calle La Trinidad. Una vez que desapareció la Laguna del Dique por los grandes rellenos que se fueron haciendo como barreras contra las ingentes crecidas del río, se ha venido considerando como La Carioca todo el sector oriental de la ciudad comprendido desde la Capitanía de Puerto hasta poco antes de girar hacia la urbanización Los Coquitos, algo así como kilómetro y medio en línea recta.
         Quienes vivían en La Carioca lo hacían por la necesidad de estar cerca del río como medio de subsistencia. Les ocurría lo mismo que a los habitantes del Pueblito, Las Palmitas, La Cerámica y Perro Seco. Lo hacían por necesidad, nunca porque fuera segura, pues cuando río pasaba de la cota quince había que emigrar hacía las partes altas, no sólo porque el Orinoco y las lagunas inundaran sus casas,  sino porque durante la estación lluviosa la pesca es escasa. Había quienes tenían casa de invierno y casa de verano.
        
La pesca en el Orinoco
        
         No es posible hablar de La Carioca sin tocar el tema de la pesquería artesanal del Orinoco, pues La Carioca, más que de la caleta de las barcazas o motonaves que atracaban en el puerto de La Trinidad haciendo comercio de cabotaje, se conformó socio-económicamente al calor de la pesca artesanal.
         Los pescadores madrugaban y se iban a bordo de curiaras a lanzar sus redes de ahorque y luego regresaban temprano para poner a la venta el producto en la orilla del mismo río. Cuando el Mercado Municipal se hallaba en El Mirador -allí estuvo ese mercado por casi una centuria- los pescadores atracaban allá directamente. Durante la gestión del gobernador Eudoro Sánchez Lanz (1953- 1958) se resolvió demoler el edificio del Mercado Principal para construir el Mirador Angostura y los mercados periféricos. Esto que afectó o produjo un desajuste en las relaciones de compra y venta del pescado que surtía a los puestos del mercado, obligó a los interesados a tener que ir directamente a La Carioca en donde se quedaban los pescadores artesanos con su producto.
         Con el tiempo se cumplió una transferencia espontánea de lo que fue el mercado Principal del Mirador a lo que es hoy el mercado de La Carioca, reforzado a fines de los años del setenta cuando el Presidente municipal Antonio José Grimaldi resolvió construir unos puestos de venta de pescado. Pero de ese lugar inundable, donde siempre se hacía difícil instalar servicios de agua y drenaje, todo el mundo se quejaba del estado de insalubridad. De allí nació entonces la idea del Mercado de la Carioca o Mercado “La Sapoara”. Creo que uno de los primero que lanzó la idea fue el biólogo Daniel Novoa, quien trabajó en el programa de pesca de la CVG.
         Daniel Novoa junto con el biólogo Freddy Ramos, realizó importantes estudios en la masa ictiofáunica del Orinoco. La cuantificó en unas 400 especies y determinó el potencial pesquero del Orinoco en unas 45 mil toneladas al año. Para entonces; (1980), sólo se explotaba una cuarta parte de ese potencial pesquero. Hoy  debe ser un poco más porque la demanda ha venido creciendo de manera acentuada.
         La pesquería en el Orinoco se da sobre una superficie inundable de 45 mil kilómetros cuadrados, vale decir, desde Puerto Ayacucho hasta el Delta.
         Caicara y Cabruta conforman entre esos dos puntos, el polo de producción más importante con las especies cachama y curbinata que ocupan los primeros lugares de la producción global del sector.
         Entre Las Majadas y Ciudad Bolívar cobra importancia la curbinata, el rayao, el coporo y la Sapoara y finalmente el Delta donde el morocoto y los bagres como el lau-lau, dorado y blanco- pobre ocupan el puesto principal.
        
Prolongación del paseo
        
         El doctor Domingo Alvarez Rodríguez, quien gobernó entre 1974 y 1975, realizó un conjunto de obras en la ciudad entre las cuales destacan la restauración de la Casa del Congreso de Angostura, el rescate de la Laguna El Porvenir para transformarla en un Parque y la prolongación del paseo Orinoco desde la Capitanía de Puerto hasta la urbanización Los Coquitos.
         La prolongación del Paseo Orinoco, obra de embellecimiento urbano y de protección de la ciudad, por la parte oriental, contra las periódicas embestidas del río sobre una extensión aproximada de cuatro kilómetros, implicó el desalojo de los habitantes del sector La Trinidad-La Carioca y la demolición de sus frágiles viviendas.
         No obstante el desalojo, los pescadores trataron de reubicarse no distante del río. Unos se fueron hacia la costa opuesta, otros buscaron refugio en barrios cercanos como Los Corrales, la Fortuna e Hipódromo Viejo.
         Los trabajos de explanación y consolidación del terreno básico de la obra perturbaron la actividad, pero una vez que ésta terminó, los pescadores volvieron, no a vivir, pero sí a consolidar allí un puesto de trabajo.
         Los trabajos de prolongación del Paseo Orinoco tuvieron tropiezos que retardaron la obra, entre ellos, un interdicto de amparo solicitado por la Sucesión Granados que se creía con derechos en esa franja de terreno que bordea al Orinoco. El Concejo Municipal, cuyo presidente en la ocasión era el Dr. Florencio García Morales alegaba la propiedad municipal.
         A causa de ese problema la obra se vio paralizada por largo tiempo. En 1975 cuando Domingo Alvarez Rodríguez traspasó la Gobernación a Roberto Arreaza Contasti, seguía paralizada y así permaneció durante más de diez años hasta que tocó al gobernador René Silva Idrogo (1986-1987) continuarla.
         La necesidad y utilidad de esta obra quedó evidenciada en 1976 cuando el Orinoco registró la crecida más descomunal del presente siglo. El nivel registrado en agosto de ese año se situó en 18.08 metros sobre el nivel del mar, 13 centímetros más que en 1943. De no haber sido por esa barrera de tierra y piedra que servía de base al actual pavimento de la prolongación, Ciudad Bolívar habría sufrido tanto o más que en la crecida del 43.
         Las obras de prolongación del paseo fueron indudablemente un bien para la ciudad desde el punto de vista de protección y embellecimiento, pero un mal para las Lagunas del Medio y los Francos, porque se cortó de plano su comunicación con el río, sufriendo por ello un cambio en el régimen y calidad de sus aguas. No se previeron las obras de ingeniería para evitar este problema que, según algunos biólogos, amenaza la existencia de estos dos grandes cuerpos de agua que forman parte del paisaje natural de la ciudad y que pudieran ser inteligentemente aprovechados tanto para la recreación y el turismo, como para el fomento de la piscicultura.

El astillero y el dique

         Antes de que la población activa de Ciudad Bolívar comenzara a desplazarse hacia el Caroní atraída por el boom de la industria del hierro, en La Carioca existía una destilería y una jabonería de León Granados y Virgilio Casalta, además de un astillero. El Astillero del francés Alberto Minet.
         A fines de los años cuarenta cuando fue contratado por la Compañía Anónima Transporte Fluvial, cuyo propietario era Antonio Levanti, se instaló allí y fabricó las primeras chalanas de hierro que cruzaron el Orinoco desde el Puerto de Inatti hasta Soledad transbordando vehículos y pasajeros que hasta entonces se hacía en barcazas de madera.
         El Dique del que tanto se habló durante muchos años porque de su fortaleza dependía la protección de la ciudad contra las periódicas crecidas del Orinoco, estuvo igualmente ligado a la vida de La Carioca. El Dique fue  parte del lindero de La Carioca.
         Su construcción la decretó el Presidente del Estado, José María Bermúdez Grau el 24 de enero de 1885. Entonces se llamaba Dique de la Laguna y para su  levantamiento se designó una Junta formada por Antonio Liccioni, Luis Aristeguieta y el ingeniero Carlos F. Sierget, quien planificó la obra. Uno de los maestros  que trabajaron en la construcción del Dique fue Alejandro Sutherland, quien tuvo 30 hijos, la mayor parte varones.
         Un dique construido, con ladrillo, piedra, y cal mulata, era muy poco lo que podría resistir. El Presidente del Estado Gumersindo Torres dispuso en mayo de 1943 reforzarlo con un muro de concreto de 24 metros de largo, por dos de profundidad y 60 de espesor, pero aún así el Orinoco se metió en agosto de ese año e inundó toda la ciudad.

EL Mercado de la Sapoara

         Desde los años setenta hasta hoy se conformó en el extremo occidental de La Carioca un mercado natural y espontáneo donde la gente mañanea para desayunarse o almorzar con pescado fresco del río y comprar verduras, artículos de buhonería y el mismo pescado del río hasta de mar para llevar.
         Ese movimiento cotidiano se ve incrementado por la actividad del Club Náutico Orinoco que se alza en las antiguas instalaciones de la Esso desde 1982 y por alguna que otra motonave de las que suelen atracar en el antiguo puerto de La Trinidad, justo en el área donde hasta no ha mucho permaneció en pie una ceiba centenaria bajo cuya fronda cuarenteaban a los negros esclavos que algunos barcos traían por encargo de adineradas familias angostureñas.
         Pues bien, ese mercado natural y espontáneo que funcionaba en condiciones insalubres debido a la falta de servicios y a lo improvisado de las construcciones, fue realzado con una obra arquitectónica contratada por la CVG y  entregada a la Alcaldía para su administración.
         El Proyecto contratado a la arquitecta Mildred Egui Boccardo se concibió luego de un estudio urbano y socio-económico del lugar y toma en cuenta la importancia de la zona para la ciudad dado su potencial pesquero y la necesidad que tiene el pescador artesanal, como el consumidor de facilidades para una oferta mayor del producto.
         El mercado dispone de 14 restaurantes, 12 puestos de ventas de artesanía, 14 puestos de ventas de verduras y frutas frescas, 12 puestos para la venta de pescado, 3 núcleos sanitarios, áreas verdes, estacionamiento para 80 automotores más un estacionamiento exclusivo para cavas, camiones y ventas al mayor. Cuenta asimismo con un muelle metálico y una bomba de gasolina, venta de hielo y artículos náuticos. En fin, se trata de un Mercado turístico y artesanal que en homenaje al pez tradicional y autóctono del Orinoco ha sido bautizado Mercado la Sapoara; con ese justo y atractivo nombre, el alcalde Leonel Jiménez Carupe lo inauguró el 7 de noviembre de 1993. Posteriormente la CVG construyó el Mercado de los Buhoneros, inaugurado en junio de 1995.


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