Tiene sus raíces afincadas en la Época de La Conquista, pero el madero se venera desde los tiempos de Constantino El Grande, 324 años después de Cristo. En Guayana como en el resto de Venezuela, la veneración, en la que se mezclan sincréticamente lo místico y lo pagano, conserva los elementos rituales de la toma de la tierra por el expedicionario.
Cuando el conquistador hispano llegaba y así ocurrió
cuando el Maestre de Campo Domingo de Vera Irbagoyen tomó posesión de Guayana
en nombre del Gobernador y Capitán Don Antonio de Berrío, lo primero que hacía
junto con sus soldados y primitivos habitantes del punto, era clavar una Cruz
vuelta hacia Oriente, se arrodillaba, luego tomaba una vasija de agua y bebía,
tomaba más y arrojándola finalmente al suelo, desenvainaba la espada y cortaba
las ramas de los árboles.
Nuestros
aborígenes, ingenuamente propensos a la imitación, han podido repetir en suerte
de juego aquella ceremonia del conquistador agregándole elementos de su propia
naturaleza e inventiva. Así, clavada la Cruz y cortadas palmas y ramas para
adornarla, buena era la chicha en vez de agua, para extrovertirse en cantos que
como la fulía y el galerón hoy, siempre tuvieron esa connotación telúrica.
La Cruz,
símbolo de la cristianización, también es símbolo de la conquista de América.
La que Cristóbal Colón clavó en 1514 en Santo Domingo, se conserva en una
Basílica. De allí se tomó una réplica que en noviembre de 1984 el Papa Juan
Pablo II entregó al Cardenal José Alí Lebrún, la cual fue colocada en la
Catedral de Caracas. De ella se obtuvieron más réplicas para todas las
Catedrales del país, incluida la de Ciudad Bolívar, en la que dice en letra
antigua bajo relieve: “V Centenario de la Evangelización del Nuevo
Mundo. Misión Permanente 1984”.
De
manera que la veneración de la Cruz como símbolo sagrado de la fe cristiana nos
vino de España y a ella llegó por vía de los romanos cuyos dominios imperiales
se extendían hasta la península ibérica. ¿Cómo pudo ocurrir si los romanos eran
paganos? Milagrosamente, desde que Constantino El Grande (274-337), emperador
de las Galias y Bretaña, poco antes de enfrentarse al ejército del emperador
Manjenio para conquistar Roma, tuvo la visión de una Cruz que resplandecía con
el mensaje “In Ho signo vinces” (Vencerás por este signo).
Esta
visión emocionó e impresionó tanto al emperador que la Cruz de la visión fue su
emblema y decidió proteger al entonces perseguido cristianismo. Al año
siguiente redactó y firmó el Edicto de Milán, que permitía a los cristianos
practicar libremente su religión.
Su Madre
Elena, santificada con el tiempo, dejó al igual que él, de ser pagana y abrazó
la religión cristiana, consagrándose a la propagación de la fe. Mandó a
edificar una Iglesia en el Monte Calvario y descubrió la tumba de Jesús así
como la Cruz en que fue torturado, lacerado y crucificado. Porque la cruz era eso
entonces, un instrumento para el suplicio y Jesús considerado un reo por los
romanos porque decía ser hijo de Dios y haber venido para reinar en nombre de
él, fue condenado hace veinte siglos a ese suplicio. Pero la Cruz como símbolo
de Redención comenzó a ser venerada 200 años después del suplicio de Jesús y a
partir del siglo X el Papa Celestino I la adoptó como elemento básico de la
liturgia, pero con la imagen del Redentor. Tal es el Crucifijo.
La Cruz
que popularmente se venera en Guayana y el resto de Venezuela es la Cruz
primitiva latina, sin la imagen de Cristo y no la griega (tau) en forma de T que
también fue instrumento de tortura entre los romanos mientras que para los
griegos y asirios, según aparece en sus precristianas esculturas, era emblema
de la divinidad.
La Cruz del
Perdón
Una de
las Cruces populares más antiguas que se conocen en Venezuela es la Cruz del
Perdón de Cumaná que según recopilación de Isidro Cedeño, estuvo asociada a la
leyenda según la cual una mujer condenada a la horca por un crimen que se le
imputaba, se aferró tan fuerte a la Cruz cuando fue conducida al suplicio que
fue imposible que los soldados pudieran arrancársela. La desgraciada mujer
debió ser perdonada y desde aquel día todo condenado que lograba abrasarse a la
cruz quedaba liberado.
Esa cruz
permaneció muchos años en el sitio que en Cumaná así se llama: “Cruz del
Perdón” y fue bendecida el primero de enero de 1772 por el Vicario
Superintendente Antonio Patricio Alcalá, con el objeto de levantar allí una iglesia.
De
Cumaná se extendió a otros lugares de Venezuela, la devoción por la Cruz del
Perdón, incluyendo a Ciudad Bolívar que le erigió una Capilla en el Paseo
Orinoco, donde le hacen su fiesta típica todo el mes de mayo.
La
Capilla fue erigida en la década de 1930 por la culisa Julia González,
lavandera del río y devota de la Cruz. Todos los años recogía de puerta en
puerta para sus fiestas en Perro Seco y Santa Ana y un día en que el
desbordamiento del río amenazaba con llevarle su casa, formuló la promesa de la
Capilla a cambio de librarse de la damnificación como en efecto por milagro
quedó librada y “en un 3 de mayo, entre orquídeas trinitarias, con lirios ramos de
penacho-de-guzmán, con coronillas y resedá, amapolas berberías, levantó el
altarcito oloroso e iluminado” escribió la poeta Luz Machado en una
crónica publicada en El Nacional en diciembre de 1957.
Otras Cruces Populares
La Cruz Verde, de las Mercedes, de la Plaza del Convento
(Centurión), Temblador, Plaza Miranda, Cerro del Zamuro, El Vigía, Calle San
Félix, Cerro El Chivo, La Lorena e Hipódromo Viejo, persisten en la memoria
popular bolivarense por sus famosos Velorios de Cruz de Mayo.
De
esos velorios sobreviven además de la Cruz del Perdón, los de Temblador, Cruz
Verde, Las Mercedes y Centurión, tal vez porque ya no son maderos simples de la
ocasión de Mayo sino reliquias con leyendas a las que la fe del pueblo ha
erigido altares y capillas para que se eternicen en el tiempo.
La
Cruz en el terreno del antiguo Convento de los Franciscanos fue eliminada en
1967 para construir la actual Plaza Centurión. Permanecía esta cruz desde
entonces en el patio de la casa de Catalina Yánez de donde fue rescatada por el
Alcalde Jorge Carvajal (1991) para instalarla bajo trono en el sitio donde se tenía
previsto colocar el Busto de Centurión.
De
estos velorios, los más animados son los
de la Cruz del Perdón y Las Mercedes. La Capilla de la última es la única donde
se realizan oficios religiosos. El Vicario Apostólico, Monseñor Samuel Pinto
Gómez, años oficiando la misa el 3 de mayo, a las siete de la noche en la Calle
Las Mercedes en medio de gran alborozo animado por la chicha y los cantos .
Pero para la Iglesia no es el 3 de mayo el día de la Cruz sino el 14 de
septiembre. La Iglesia viene haciendo la exaltación de la Cruz ese día desde el
Siglo V.
En
los velorios bolivarenses del pasado reciente, era bastante familiar ver a
músicos y cantores populares como Nicanor Santamaría, el Negro Bambalá, Siete
Puyas, Agapito Blanco, Mónico Rivilla, Juan Parra, Juan Delgado y Alejandro
Vargas, casi todos perrosequeros, pegados con carupaneros y margariteños en un
ardoroso duelo de galerones, décimas y fulías.
Músicos
y cantores comenzaban desde el 3 de mayo calentando los motores en la Capotera
que hoy se llama calle Peñalver y luego al anochecer cuando la chicha de arroz,
carato y caratillo de moriche estaban en su mejor punto, se oía la voz del
cantador.
Dios te salve Cruz
Divina
árbol de la
redención
amparo de los
cristianos
consuelo de
salvación
En el altar de los
santos,
la Cruz es la más
bonita
porque tiene su
corona
y en el brazo una
ramita
La fiesta de Velorio
La
fiesta de Cruz de Mayo es parte del folklor de nuestro pueblo. Comporta un
valor sociológico en el que se revela el sentimiento del hombre de campo, del
mar y de las zonas semiurbanas, asociado
con sus vivencias, creencias y costumbres.
Es
una fiesta profana, distinta a la que tiene lugar en la Iglesia. Cuando a la
Cruz de Mayo se le ha erigido capilla, sólo hay que abrir la reja para que
permanezca accesible durante el mes de mayo y prenderle cirios. Cuando no, se
saca la Cruz de la casa donde se guarda, se instala en un lugar de acceso
público, se le construye una enramada de palmas de cocotero o moriche y se le adorna
con ramas, bambalinas, flores y otros paramentos.
Luego
viene lo demás: las bebidas típicas del lugar, tabaco, ron, café y la
cantaduría tocando diferentes temas del saber popular en la que sobresalen el
Galerón y la Fulía. Los músicos suelen interpretar también Polo, Malagueña,
Jota y Décimas como ésta que nos obsequió en vida el amigo Nicanor Santamaría:
Principio, pues,
saludando
junto con sus
compañeros,
también saludo al
madero
que tienen aquí
adorando.
Sabrán todos
dispensar
si cometo algún
error
pues no soy un
cantador
en quien poderse
fijar.
Sólo les vengo a
cantar,
por no seguir
caminando
tabaco, ron y café;
pero como soy cortés
principio, pues,
saludando.
Saludo a los
cantadores
que divierten el
velorio
y también el
auditorio;
luego a los demás
señores
que en el primer
canto oyeron,
quién sabe cuántos
se rieron,
porque no soy muy
versado.
Densen pues por
saludados,
junto con sus
compañeros
que a mi nadie se me
pasa
saludo al dueño de
casa
en donde está este
velorio;
es un acto
provisorio
que por promesa lo
hicieron
y mucho gusto
tuvieron,
pues como éste no
hay otro
y en presencia de
vosotros
también saludo al
madero.
Después de haber
saludado
a todos en general,
es que voy a
principiar
algo de lo que he
estudiado.
Tráteme pues con
cuidado
vean que estoy
principiando
a aprender algo, mi
amigo
ante esa Cruz se lo
digo,
que tengo aquí,
adorando.
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