martes, 20 de junio de 2017

El Transporte de rueda en Guayana

        Ciudad Bolívar que antes era como decir Guayana, no tuvo necesidad del transporte de rueda sino después de la guerra de Independencia. Las distancias largas se cubrían sobre bestias y embarcaciones. Con la introducción de la rueda surgió el carromato, luego vino el Coche y seguidamente (1904) el primer automotor.


        La Guayana colonial no supo del transporte de rueda. Humboldt lo observa sorprendido. El transporte se hacía en barco y a lomo de burro, mula, buey o caballo. La guerra de Independencia que permitió mayor penetración comercial de países distintos a España, como Inglaterra y los Estados Unidos, dio a conocer la rueda, invento mesopotámico que estaba siendo aprovechado fabulosamente en la industria del transporte.
        Los primeros medios de locomoción y transporte conocidos por los bolivarenses fueron el wagon o carromato, no más que una troja montada sobre cuatro ruedas tiradas por seis u ocho puntas de bueyes. Lo conducía un experto llamado carrero o arreador, provisto de una caña delgada que tenía en la punta un clavo con el cual lastimaba a los animales cada vez que se retardaban en la marcha.
        El carromato se destinaba a carga pesada y de mayor cuantía, y para la liviana se utilizaba el Ruleto, carro de dos ruedas tirado por dos o tres yuntas de bueyes. Luego en 1900 surgió el carro de mulas, mucho más rápido.
        El transporte tirado por animales revolucionó el comercio agrícola, pecuario y minero de Guayana. Famosos en la historia regional son los Carreros del Yuruari, que transportaban mineros y oro entre Puerto de Tablas (San Félix), Upata y el Callao. Las jornadas eran largas y penosas, sobremanera en tiempos lluviosos.
        Como la ciudad se reducía a la superficie de la colina con calles empedradas y canaladas, sus habitantes preferían caminarla antes que utilizar otros medios como el Coche, por ejemplo, ya conocido en Caracas. Uno de los primeros coches llegados a la ciudad perteneció a don Antonio Liccioni, con el cual daba paseos por las afueras.
        Las vías apropiadas para paseos en coches Fhaeton y Victoria eran las calles Orinoco y Alameda hasta el Dique. En 1911 se inauguró el paseo 5 de Julio que permitía en cierto modo darle la vuelta a la ciudad y proseguir por caminos que conducían hasta los Baños de La Mariquita y San Rafael.
        Entre las empresas de Coche más importante estaban La Moderna de Luis Felipe Contreras (moderna porque las ruedas de sus coches eran de goma), la de Joe Patrick y Francisco Piraldi.
        El 26 de octubre de 1904, con motivo de la inauguración del Hipódromo, se trajo a la ciudad el primer transporte colectivo de pasajeros, un ómnibus, el cual se estrenó para llevar pasajeros, desde la cantina El Oasis de la calle Orinoco hasta el Dique y el Hipódromo. Su administrador, Francisco Piraldi, lo alquilaba también para excursiones de 6 a 4 de la tarde. El 8 de septiembre de 1905, el servicio del ómnibus fue extendido hasta el Morichal el Prado.
        El 21 de agosto de 1908, la Municipalidad dispuso mediante decreto el registro de los carros bueyes de dos ruedas llamados ruletos, los cuales eran utilizados por sus dueños para conducir a la ciudad, queso, carne, palmas, carrizo, casabe, papelón, maíz, frijol y vituallas, entre otros productos de los fundos.
        El primer accidente en Coche lo sufrió Victor Manuel Silva Carranza al desbocarse el caballo del coche que conducía. Más luego se previno públicamente contra los accidentes que pudiera originar en calles de la ciudad, la temeridad de quienes enganchaban caballos cerriles para tirar coches a objeto de domarlos.
        El primer automóvil lo introdujo en la ciudad en medio del alborozo y gran curiosidad popular, el comerciante corso Ángel Santos Palazzi, el 6 de marzo de 1913, y poco después tuvo que cederlo a Andrés Juan Pietrantoni, Presidente de la Electricidad de Ciudad Bolívar, cuando debió ir a pelear y morir en Francia en la Guerra del 14. Se trataba de un Dion Bouton, marca francesa, al que le siguieron los Ford americanos y canadienses que rápidamente se multiplicaron. Un año antes había llegado a Caracas desde La Guaira y por la carretera vieja en construcción, el primer automóvil, propiedad del General Raimundo Fonseca, quien había sido Presidente del Estado Bolívar en 1886.
        El 21 de abril del mismo año se introdujo el segundo vehículo. Lo trajeron los empresarios Navarro y Carrillo León, conducido por Luis González Jordán, a objeto de inaugurar con él un servicio de pasajeros que cuatro meses después reforzó un ómnibus-camión y un automóvil de paseo. En la ocasión (primero de agosto de 1913) reseñó el diario “El Luchador”: “Ya son cuatro los automóviles que transitan por nuestras calles. Signo de progreso cierto son estos vehículos que poco a poco y en número suficiente irán acelerando el movimiento de la ciudad”.
        Al establecerse este servicio, la Municipalidad se apresuró a sancionar una tarifa para paseo y carga. Paseo 5 de Julio, Bs. 0,50. Paseo a La Mariquita, Bs. 2. Por 46 kilogramos de carga dentro del perímetro de la ciudad, Bs. 0,37 y fuera del perímetro, Bs. 0,50. Por primera hora de paseo de lujo, Bs. 20 y Bs. 16 las horas subsiguientes.
        1913 vino a ser el año en que se desató la fiebre del automotor en la ciudad y los comerciantes y empresarios importantes inmediatamente se pusieron en sintonía con la gran novedad y fueron combinando, cuando no sustituyendo, los coches de tiro con el automóvil, entre ellos, el germano Georg Wantzelius, sindicado del primer arrollamiento automovilístico. Este se produjo en el Paseo 5 de Julio, resultando la niña de 12 años, María Ignacia Franco, con aporreos generalizados y fractura en la pierna izquierda.
Al reseñar este primer accidente automovilístico, el Luchador señaló que “La infeliz víctima de la velocidad que desarrollan los automóviles, particulares en las afueras de la ciudad, fue conducida al Hospital Ruiz, donde fue debidamente atendida por los doctores García Parra y Blanco Ledezma. Es de oportunidad, ya que desgraciadamente se cuenta una víctima de la carrera desenfrenada de los automóviles, recordar a los conductores, sea dueño o chauffer, la obligación de hacer sonar la bocina, que para el efecto llevan, no sólo en las bocacalles, sino en todos aquellos sitios que puedan ser de peligro para los transeúntes”.
        Los paseos a La Mariquita que era uno de los parajes naturales más sugestivos de la ciudad, se inauguraron el domingo 10 de agosto de 1913 con dos camiones, el existente y otro que se estrenó ese día, debidamente acondicionado para tal fin por el carpintero Francisco Villegas.
        Para 1914, coches y autos se desplazaban por calles y Paseos de la ciudad, lo que obligaba al Gobierno del Estado y Municipalidad a remodelar y mejorar la vialidad. Adaptar a los transeúntes y animales de tiro la realidad de los automotores fue todo un  proceso lento y gradual, ocasionalmente con sus inconvenientes.
        El 6 de febrero de ese año exhibía en el teatro de la ciudad por última vez la película “Los Miserables”, basada en la novela de Víctor Hugo. A verla llegó un comerciante en su elegante coche tirado por una imponente jaca. A poco –dice una nota de El Luchador- llegó al mismo sitio un automóvil. La jaca, ante la velocidad del monstruo moderno creyóse perdida y empezó a temblar de una manera desconcertante. Terror que siguió creciendo cuando el férreo animal dio expansión a sus formidables pulmones exhalando cálidas y malolientes bocanadas de gasolina. La infeliz y maltrecha jaca no pudo contenerse y exprendió una desaforada carrera a que no fueron obstáculos los transeúntes que intentaban detenerla. Corrió hacia el Dique, por él saltó con Coche y todo, y según informes ha seguido corriendo con tal rapidez,  que aseguran haberla visto pasar por San Félix, pero sin el Coche.
        Para mediados de julio de 1915 había en la ciudad diez automóviles y el día 12 de ese mes aumentaron a 15 al llegar en el vapor Thorsa, procedente de Nueva York, un Valie de 7 asientos y 40 HP para Virgilio Casalta; un Dodge barnizado de blanco, de 6 asientos y 25 HP para Willy Handerson y tres Ford corrientes, consignados al Agente Savelli. De ellos, uno para D. Golía y otro para Bermúdez Hermanos y Francisco Palermo, de Soledad. Días antes, por el vapor Delta había llegado otro Dion Bouton, de 6 asientos y 40 HP, propiedad de los señores Carlos Palazzi, A. Mannoni y S. Khazen.
        La llegada de este automóvil Ford a Soledad causó gran revuelo y el vespertino El Luchador publicó la siguiente información:

        “Automóvil en Soledad sin precedente. Es la gran facilidad que proporciona hoy en Soledad, el famoso Ford que acaban de recibir por el último vapor americano los señores Bermúdez Hermanos y Francisco Palermo, con lo cual quedan evitadas las molestias y dificultades que sufrían los bañistas deseosos de saborear las caricias de los inmejorables chorros del río La Peña y los no menos famosos chorros de La Romana en donde más de un enfermo de allende y de aquende el Orinoco, han encontrado en sus aguas termales la salud deseada que no lograra devolverles la ciencia y paciencia del mismo Yaguarín.
        Yaguarín era un brujo famoso en todo el Orinoco que vivía en La Canoa. Según sus pacientes, lo curaba todo con una prodigiosa mezcla de alcornoque y raíces de Arestin.
        El primer choque de vehículos automotores se registró el 4 de octubre de 1915 cuando los autos, placa 134, conducido por Eduardo Porto y el de placa 237, conducido por Frante Waldram, colidieron en horas de la noche en La Lajita. No hubo lesionados.
        El 24 de abril de 1916 la empresa de transporte Navarro & Carrillo, inauguró el servicio de vehículos de pasajeros Ciudad Bolívar –Guri-Upata El Palmar-Guasipati-el Callao.
        Salieron cincos automóviles a las 9:15 de la mañana. Pasaron la noche en el hato el Caruto, 29 leguas distantes de la ciudad, luego de llegar a las seis de la tarde. Atravesaron los ríos Marhuanta, Candelaria, Río Claro y Tocoma y varios Morichales, Los caminos fueron entonces reportados como absolutamente malos. Grandes trayectos arenosos en los cuales los automóviles se atascaban por lo que había que tirarse a tierra, descargarlos y llevarlos a rastras hasta terreno firme. Pasaron el río Caroní la mañana del día 25 a bordo de una Gabarra. A las 8 de la noche llegaron al hato Puedpa del general Juan Fernández Amparan y el 27, luego de tres días penosos ya estaban en el Callao. Un año después esta distancia fue reducida a 13 horas por un Studebaker de Fluoduardo Díaz.
        Al mes siguiente, día 20, Luis Coll Pardo, agente viajero de la firma William H. Phelps, cumplió por primera vez el raid Caracas-Ciudad Bolívar, en un automóvil Ford. Para entonces otras marcas de vehículos como Studebaker, Empire, Briscoe y Overland ya estaban en el mercado de Ciudad Bolívar a través de la empresa de Domingo Golía. Luego se incorporó el King para siete pasajeros y 75 HP distribuido por la empresa Ginestra y Aristiguieta más el Buick, agenciado por Edmundo Suegart, representante igualmente del Dodge y el Brothers. El primero en adquirir un carro de la marca Buick fue el Gral Máximo Benigno. W. H. Phelps tenía en la ciudad una sucursal del Ford the Universal Car. El Ford modelo “T”: está reconocido como el precursor, el que preparó el camino de la industria automovilística e inició el movimiento a favor de las carreteras en todas partes.
        Atrás quedaron los carromatos, los coches. Estos se fueron extinguiendo a partir de los años treinta o mientras subsistió en el Callejón Dalton (calle Piar de Ciudad Bolívar) la famosa Herrería de Humberto Bates, especializada en reparación y fabricación de vehículos de tracción de sangre. Humberto Bates fabricaba carros para mulas, ruletos y wagones. Asimismo, unas ruedas especiales para rodar por arenales y espuelas para la explotación del balatá, estilo inglés o como las muy prácticas de Demerara.


 

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