Ciudad Bolívar que antes era como decir Guayana, no tuvo necesidad del transporte de rueda sino después de la guerra de Independencia. Las distancias largas se cubrían sobre bestias y embarcaciones. Con la introducción de la rueda surgió el carromato, luego vino el Coche y seguidamente (1904) el primer automotor.
La Guayana colonial no supo del transporte de rueda.
Humboldt lo observa sorprendido. El transporte se hacía en barco y a lomo de
burro, mula, buey o caballo. La guerra de Independencia que permitió mayor
penetración comercial de países distintos a España, como Inglaterra y los
Estados Unidos, dio a conocer la rueda, invento mesopotámico que estaba siendo
aprovechado fabulosamente en la industria del transporte.
Los primeros medios de locomoción y
transporte conocidos por los bolivarenses fueron el wagon o carromato, no más
que una troja montada sobre cuatro ruedas tiradas por seis u ocho puntas de
bueyes. Lo conducía un experto llamado carrero o arreador, provisto de una caña
delgada que tenía en la punta un clavo con el cual lastimaba a los animales
cada vez que se retardaban en la marcha.
El carromato se destinaba a carga pesada
y de mayor cuantía, y para la liviana se utilizaba el Ruleto, carro de dos
ruedas tirado por dos o tres yuntas de bueyes. Luego en 1900 surgió el carro de
mulas, mucho más rápido.
El transporte tirado por animales
revolucionó el comercio agrícola, pecuario y minero de Guayana. Famosos en la
historia regional son los Carreros del
Yuruari, que transportaban mineros y oro entre Puerto de Tablas (San
Félix), Upata y el Callao. Las jornadas eran largas y penosas, sobremanera en
tiempos lluviosos.
Como la ciudad se reducía a la
superficie de la colina con calles empedradas y canaladas, sus habitantes
preferían caminarla antes que utilizar otros medios como el Coche, por ejemplo,
ya conocido en Caracas. Uno de los primeros coches llegados a la ciudad
perteneció a don Antonio Liccioni, con el cual daba paseos por las afueras.
Las vías apropiadas para paseos en
coches Fhaeton y Victoria eran las
calles Orinoco y Alameda hasta el Dique. En 1911 se inauguró el paseo 5 de
Julio que permitía en cierto modo darle la vuelta a la ciudad y proseguir por
caminos que conducían hasta los Baños de La Mariquita y San Rafael.
Entre las empresas de Coche más
importante estaban La Moderna de
Luis Felipe Contreras (moderna porque las ruedas de sus coches eran de goma),
la de Joe Patrick y Francisco Piraldi.
El 26 de octubre de 1904, con motivo de
la inauguración del Hipódromo, se trajo a la ciudad el primer transporte
colectivo de pasajeros, un ómnibus, el cual se estrenó para llevar pasajeros,
desde la cantina El Oasis de la
calle Orinoco hasta el Dique y el Hipódromo. Su administrador, Francisco
Piraldi, lo alquilaba también para excursiones de 6 a 4 de la tarde. El 8 de
septiembre de 1905, el servicio del ómnibus fue extendido hasta el Morichal el
Prado.
El 21 de agosto de 1908, la
Municipalidad dispuso mediante decreto el registro de los carros bueyes de dos
ruedas llamados ruletos, los cuales eran utilizados por sus dueños para
conducir a la ciudad, queso, carne, palmas, carrizo, casabe, papelón, maíz,
frijol y vituallas, entre otros productos de los fundos.
El primer accidente en Coche lo sufrió
Victor Manuel Silva Carranza al desbocarse el caballo del coche que conducía.
Más luego se previno públicamente contra los accidentes que pudiera originar en
calles de la ciudad, la temeridad de quienes enganchaban caballos cerriles para
tirar coches a objeto de domarlos.
El primer automóvil lo introdujo en la
ciudad en medio del alborozo y gran curiosidad popular, el comerciante corso
Ángel Santos Palazzi, el 6 de marzo de 1913, y poco después tuvo que cederlo a
Andrés Juan Pietrantoni, Presidente de la Electricidad de Ciudad Bolívar,
cuando debió ir a pelear y morir en Francia en la Guerra del 14. Se trataba de
un Dion Bouton, marca francesa, al
que le siguieron los Ford americanos y canadienses que rápidamente se
multiplicaron. Un año antes había llegado a Caracas desde La Guaira y por la
carretera vieja en construcción, el primer automóvil, propiedad del General
Raimundo Fonseca, quien había sido Presidente del Estado Bolívar en 1886.
El 21 de abril del mismo año se
introdujo el segundo vehículo. Lo trajeron los empresarios Navarro y Carrillo
León, conducido por Luis González Jordán, a objeto de inaugurar con él un
servicio de pasajeros que cuatro meses después reforzó un ómnibus-camión y un
automóvil de paseo. En la ocasión (primero de agosto de 1913) reseñó el diario
“El Luchador”: “Ya son cuatro los
automóviles que transitan por nuestras calles. Signo de progreso cierto son
estos vehículos que poco a poco y en número suficiente irán acelerando el
movimiento de la ciudad”.
Al establecerse este servicio, la Municipalidad se
apresuró a sancionar una tarifa para paseo y carga. Paseo 5 de Julio, Bs. 0,50.
Paseo a La Mariquita, Bs. 2. Por 46 kilogramos de carga dentro del perímetro de
la ciudad, Bs. 0,37 y fuera del perímetro, Bs. 0,50. Por primera hora de paseo
de lujo, Bs. 20 y Bs. 16 las horas subsiguientes.
1913 vino a ser el año en que se desató
la fiebre del automotor en la ciudad y los comerciantes y empresarios
importantes inmediatamente se pusieron en sintonía con la gran novedad y fueron
combinando, cuando no sustituyendo, los coches de tiro con el automóvil, entre
ellos, el germano Georg Wantzelius, sindicado del primer arrollamiento
automovilístico. Este se produjo en el Paseo 5 de Julio, resultando la niña de
12 años, María Ignacia Franco, con aporreos generalizados y fractura en la
pierna izquierda.
Al reseñar este primer accidente automovilístico, el
Luchador señaló que “La infeliz víctima
de la velocidad que desarrollan los automóviles, particulares en las afueras de
la ciudad, fue conducida al Hospital Ruiz, donde fue debidamente atendida por
los doctores García Parra y Blanco Ledezma. Es de oportunidad, ya que
desgraciadamente se cuenta una víctima de la carrera desenfrenada de los
automóviles, recordar a los conductores, sea dueño o chauffer, la obligación de
hacer sonar la bocina, que para el efecto llevan, no sólo en las bocacalles,
sino en todos aquellos sitios que puedan ser de peligro para los transeúntes”.
Los paseos a La Mariquita que era uno de
los parajes naturales más sugestivos de la ciudad, se inauguraron el domingo 10
de agosto de 1913 con dos camiones, el existente y otro que se estrenó ese día,
debidamente acondicionado para tal fin por el carpintero Francisco Villegas.
Para 1914, coches y autos se desplazaban
por calles y Paseos de la ciudad, lo que obligaba al Gobierno del Estado y
Municipalidad a remodelar y mejorar la vialidad. Adaptar a los transeúntes y
animales de tiro la realidad de los automotores fue todo un proceso lento y gradual, ocasionalmente con
sus inconvenientes.
El 6 de febrero de ese año exhibía en el
teatro de la ciudad por última vez la película “Los Miserables”, basada en la
novela de Víctor Hugo. A verla llegó un comerciante en su elegante coche tirado
por una imponente jaca. A poco –dice una
nota de El Luchador- llegó al mismo sitio un automóvil. La jaca, ante la
velocidad del monstruo moderno creyóse perdida y empezó a temblar de una manera
desconcertante. Terror que siguió creciendo cuando el férreo animal dio
expansión a sus formidables pulmones exhalando cálidas y malolientes bocanadas
de gasolina. La infeliz y maltrecha jaca no pudo contenerse y exprendió una
desaforada carrera a que no fueron obstáculos los transeúntes que intentaban
detenerla. Corrió hacia el Dique, por él saltó con Coche y todo, y según
informes ha seguido corriendo con tal rapidez,
que aseguran haberla visto pasar por San Félix, pero sin el Coche.
Para mediados de julio de 1915 había en la ciudad diez
automóviles y el día 12 de ese mes aumentaron a 15 al llegar en el vapor Thorsa, procedente de Nueva York, un Valie de 7 asientos y 40 HP para
Virgilio Casalta; un Dodge barnizado
de blanco, de 6 asientos y 25 HP para Willy Handerson y tres Ford corrientes, consignados al Agente
Savelli. De ellos, uno para D. Golía y otro para Bermúdez Hermanos y Francisco
Palermo, de Soledad. Días antes, por el vapor Delta había llegado otro Dion
Bouton, de 6 asientos y 40 HP, propiedad de los señores Carlos Palazzi, A.
Mannoni y S. Khazen.
La llegada de este automóvil Ford a Soledad causó gran revuelo y el
vespertino El Luchador publicó la siguiente
información:
“Automóvil
en Soledad sin precedente. Es la gran facilidad que proporciona hoy en Soledad,
el famoso Ford que acaban de recibir por el último vapor americano los señores
Bermúdez Hermanos y Francisco Palermo, con lo cual quedan evitadas las
molestias y dificultades que sufrían los bañistas deseosos de saborear las
caricias de los inmejorables chorros del río La Peña y los no menos famosos
chorros de La Romana en donde más de un enfermo de allende y de aquende el
Orinoco, han encontrado en sus aguas termales la salud deseada que no lograra
devolverles la ciencia y paciencia del mismo Yaguarín.
Yaguarín era un brujo famoso en todo el Orinoco que
vivía en La Canoa. Según sus pacientes, lo curaba todo con una prodigiosa
mezcla de alcornoque y raíces de Arestin.
El primer choque de vehículos
automotores se registró el 4 de octubre de 1915 cuando los autos, placa 134,
conducido por Eduardo Porto y el de placa 237, conducido por Frante Waldram,
colidieron en horas de la noche en La Lajita. No hubo lesionados.
El 24 de abril de 1916 la empresa de
transporte Navarro & Carrillo,
inauguró el servicio de vehículos de pasajeros Ciudad Bolívar –Guri-Upata El
Palmar-Guasipati-el Callao.
Salieron cincos automóviles a las 9:15
de la mañana. Pasaron la noche en el hato el Caruto, 29 leguas distantes de la
ciudad, luego de llegar a las seis de la tarde. Atravesaron los ríos Marhuanta,
Candelaria, Río Claro y Tocoma y varios Morichales, Los caminos fueron entonces
reportados como absolutamente malos. Grandes trayectos arenosos en los cuales
los automóviles se atascaban por lo que había que tirarse a tierra,
descargarlos y llevarlos a rastras hasta terreno firme. Pasaron el río Caroní
la mañana del día 25 a bordo de una Gabarra. A las 8 de la noche llegaron al
hato Puedpa del general Juan Fernández Amparan y el 27, luego de tres días
penosos ya estaban en el Callao. Un año después esta distancia fue reducida a
13 horas por un Studebaker de Fluoduardo Díaz.
Al mes siguiente, día 20, Luis Coll
Pardo, agente viajero de la firma William H. Phelps, cumplió por primera vez el
raid Caracas-Ciudad Bolívar, en un automóvil Ford. Para entonces otras marcas
de vehículos como Studebaker, Empire, Briscoe y Overland ya estaban en el
mercado de Ciudad Bolívar a través de la empresa de Domingo Golía. Luego se
incorporó el King para siete pasajeros y 75 HP distribuido por la empresa
Ginestra y Aristiguieta más el Buick, agenciado por Edmundo Suegart,
representante igualmente del Dodge y el Brothers. El primero en adquirir un
carro de la marca Buick fue el Gral Máximo Benigno. W. H. Phelps tenía en la
ciudad una sucursal del Ford the
Universal Car. El Ford modelo “T”: está reconocido como el precursor, el
que preparó el camino de la industria automovilística e inició el movimiento a
favor de las carreteras en todas partes.
Atrás quedaron los carromatos, los
coches. Estos se fueron extinguiendo a partir de los años treinta o mientras
subsistió en el Callejón Dalton (calle
Piar de Ciudad Bolívar) la famosa Herrería
de Humberto Bates, especializada en reparación y fabricación de vehículos
de tracción de sangre. Humberto Bates fabricaba carros para mulas, ruletos y
wagones. Asimismo, unas ruedas especiales para rodar por arenales y espuelas
para la explotación del balatá, estilo inglés o como las muy prácticas de
Demerara.
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