Este árbol legítimo de Guayana y
Brasil, llevado desde aquí a Las Antillas y otros países del tercer mundo, es
un verdadero regalo de la naturaleza de cuyo fruto y usos industriales
comenzaron a dar cuenta los cronistas del setecientos.
Entre los cronistas de la colonia que primero dieron
cuenta de este fruto al cual se le conocen tantos nombres como usos, sobresale
el fraile Antonio Caulin, quien afirma que “extraído
el zumo, fermenta como el mosto de la uva y tiene después el sabor y el color
del vino”. Asimismo revela el valor de la semilla, a la cual luego de asada
elogia como superior a la botella española.
En Guayana el Merey siempre nació y
creció de manera silvestre y todavía, a comienzos del siglo XX, escasamente
aprovechado. Su uso era fundamentalmente medicinal. La infusión de las hojas y
la decocción de la corteza, se prescribían en enemas contra la diarrea crónica.
Para lo mismo era indicado con buenos resultados el jugo del fruto.
A partir de diciembre de 1907 cuando el
diario El Anunciador de Ciudad
Bolívar publica una información sobre lo que se estaba haciendo en la antillana
Santo Domingo con el fruto del Merey, es cuando los guayaneses se detienen a
pensar sobre lo que ellos también podrían aprovechar de ese árbol que abundaba
silvestre en la región.
Una muestra del Merey Pasado que el periódico pondera tan agradable como el higo, la había traído una señora que no
identifica y la cual informó de la industria de aquella isla, perfectamente aclimatable en Guayana.
“Prepararlo es fácil y aquí en Guayana se
dan de flor; de primer orden crecen silvestres, dulces y apetitosos. Pues
hablamos del merey, queremos informar a nuestros lectores de que no sólo la
parte carnosa de ese fruto es bueno para comer sino que tiene propiedades medicinales
inapreciables en el florido mayo. También el moñito sirve para muchas cosas. La
almendra que encierra, tostada es sabrosa y sirve para hacer horchata y la nuez
de a presión aceite cáustico que es un excelente remedio contra callos,
cadillos y verrugas, aplicándolo con un pincel y teniendo cuidado de no
pasarse, porque podría ocasionar gangrena. Véase, pues, cómo nada hay
despreciable en el mundo; ni siquiera un moñito de merey”, termina
diciendo la crónica.
De manera que el Merey Pasado nos vino
de la antillana isla de Santo Domingo y desde entonces comenzó su elaboración
artesanal en Cd. Bolívar. Una fábrica del producto, con todas las de la ley,
apareció en 1938, montada por R. Ruiz R.
Y así como la fórmula del Merey Pasado nos vino de Santo Domingo,
podríamos decir que el Mazapán nos
vino de Trinidad o de las culinarias manos de una trinitaria llamada Nicolasa
Railer de Sutherland. Por ese tiempo ella que en la vecina isla hacía confites
con almendras importadas de Inglaterra, creyó que podía sustituirlas con las
almendras del merey. Los resultados no se hicieron esperar y por varias
generaciones los Sutherland han venido trabajando todas las variedades de
dulces derivadas del Merey y su pequeña industria artesanal dio origen a otras
que dominan un mercado que más para los guayaneses ha quedado para viajeros y
turistas, pues la fama de los confites a base de merey se ha corrido mucho más
allá del Orinoco y los precios están muy por encima de la capacidad del
habitante común.
Además del Merey Pasado que se prepara con papelón, clavo de olor y limón y el Masapán,
confeccionado con la almendra tostada-molida, leche y azúcar, la industria
artesanal elabora el merey en almíbar, con azúcar, clavo y limón, más la simple
Almendra tostada y con sal.
En el vecino Brasil, se prepara con el fruto un
refresco popular llamado cuajada. En
Bolivia la almendra se recomienda como estimulante del cerebro y la memoria.
Varios países de las antillas lo utilizan en la preparación de vinagres y vinos
comerciales. En Portugal y África oriental han logrado obtener brandy. En estas
mismas regiones utilizan el merey como encurtido luego de tratarlo al vapor y
ponerlo en salmuera.
Mineros brasileros que trabajan en las minas de
Guayana suelen usar la corteza del merey para tratar el paludismo y como
antídoto contra las mordeduras de serpiente. Asimismo el jugo del fruto para
los desórdenes estomacales y afecciones de la garganta. El mismo vino, bebida
espirituosa, dicen que es bueno contra la disentería, los dolores reumáticos y
neurálgicos.
Cubanos que viven aquí sostienen que en su tierra los
campesinos le atribuyen propiedades afrodisíacas a la almendra del merey,
tostada y molida, con un poco de azúcar.
Estudios recientes
La botánica Julia F. Mortón, de la Universidad
de Miami, sostiene en un estudio hecho por ella, que el aceite de la cáscara de
la nuez del merey es la fuente más económica de los fenoles y agrega que, en
medicina tropical, el aceite de esa cáscara ha servido como rubefaciente y
vesicante en tratamientos de lepra, elefantiasis, soriasis, culebrilla,
verrugas, granulaciones y grietas en la planta de los pies.
En el campo industrial, el aceite de la
cáscara se emplea en la obtención de resinas y barnices no tóxicos,
insecticidas, fungicidas, resinas y lacas modificadas, adherente para linóleo,
resinas electroaislantes, gomas plastificantes, goma para embragues y frenos,
recubrimientos para tanque de madera y cemento, resinas aislantes y
antioxidantes para depósitos de gasolina y aceite.
Estudios divulgados por Universidades
de Brasil y Miami indican que el fruto pedúnculo, rico en vitaminas C, es
aprovechado para preparar jugos, compotas, sopas y dulces. Asimismo, la
almendra de la nuez es rica en proteínas, grasas, fósforo, y vitamina A.
Productores y consumidores
El principal productor y exportador de la almendra del
merey es la India, seguida de Mozambique, Tanzania, Kenya y Brasil. Lo exportan
a los Estados Unidos de América, Australia, Canadá, Reino Unido, la Unión
Soviética, Polonia y Alemania que son los principales consumidores. Los EEUU
consumen más del 50 por ciento de la producción mundial. También este país como
el Reino Unido y Japón, figura como el mayor consumidor del aceite extraído de
la cáscara de la nuez, para usos industriales.
Venezuela igualmente importa la
almendra, toda vez que la producción nacional no es suficiente para satisfacer
la demanda de las industrias de confiterías.
En los años setenta los organismos de
la Reforma Agraria se interesaron por poner en práctica en Soledad, Ciudad
Bolívar y Las Majadas del Estado Bolívar, un Plan Mereyero, en el cual se
invirtieron 14 millones de bolívares, pero sin los resultados deseados.
El Plan Mereyero del que tanto se habló
y para el cual mucho se prometió para quedar al final en nada, se mantuvo
durante siete años y se financiaron a través de organizaciones campesinas y
créditos ordinarios, unas cinco mil hectáreas.
De esas cinco mil hectáreas, menos de
dos mil estarían en plena producción. Las otras fueron atacadas por la maleza,
las quemas sucesivas y las plagas, entre ellas, el Trips o piojillo que produce un raspado en la hoja y el gusano
araña que causa daños en el follaje y la corteza terminando con la muerte de la
planta.
Ha sido, en todo caso, por iniciativa
del sector privado, como en el caso de los fundos La Zorra y El Torete, que se
han llevado adelante siembras organizadas de este árbol que tiene la ventaja de
nacer, crecer y fructificar en suelo árido, sin necesidad de abono ni de tener
que labrar la tierra.
El Merey se desarrolla en las sabanas
pobres y arenosas, resistiendo la sequía, las plagas, las enfermedades y el
fuego de las sabanas de Monagas, Ciudad Bolívar, Anzoátegui y Guarico, pero
sobremanera, en Ciudad Bolívar, donde según estudios del Comercio de Bienestar
Rural, se encuentran las dos especies comunes en Venezuela: el rojo rico en
jugo y el amarillo.
Pero si bien el merey es una planta
noble y resistente, no por ello, se halla exenta de algunas plagas. El Merey
tiene 26 plagas que inciden en su desarrollo y producción. Y seguramente por
desconocerlo, los organismos de la Reforma Agraria fracasaron e hicieron
fracasar a los optimistas que se embarcaron en la empresa. No habría sido así,
si hubieran aprendido la gran experiencia del vecino Brasil en la agroindustria
del merey.
La Agroindustria del Brasil
El Brasil, al costado mismo del Estado
Bolívar, ha desarrollado toda una tecnología sobre la agroindustria del merey
hasta el punto de que hoy cuenta con 130 plantas agroindustriales y una
superficie de más de un millón de hectáreas sembradas de cajuro, como ellos denominan a este frutal.
Entre otros productos, los brasileros
logran obtener alcohol, pinturas, fenoles, aceites, vinos, jugos, pero
fundamentalmente, almendras para la exportación y consumo nacional. La
exportación de la almendra significa para ellos entradas de divisas superiores
a los 6 millones de dólares y la agroindustria en total absorbe 80 mil obreros.
Dispone Brasil de una empresa de
pesquisa agropecuaria (EPACE), dependiente de la Universidad Federal de Ceara,
que se dedica entre otros renglones al estudio del Merey.
Mucha gente se pregunta por qué estando la experiencia tan
cerca, no la aprovechamos así como los garimpeiros aprovechan nuestro oro.
Aprovechamos desde 1907 o 1910 el Merey, bien es cierto, pero de manera
doméstica y sin asistencia técnica ni crediticia. La industria casera de los
Sutherland, Guaipo, Farreras y muchos otros que han surgido últimamente, ha
sido por cuenta propia, sin la ayuda del estado pero siempre con la necesidad
de que esa industria casera del merey se perfecciones y multiplique en forma
más técnica e integral y sobre cultivos planificados, sostenidos y con
asistencia técnica y crediticia permanente y, por supuesto, supervisados, para
que no vaya a pasar lo que ocurrió en Guayana con la extinta CVF que perdió
cien millones de bolívares otorgados a pequeños y medianos industriales que
nunca aparecieron.
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