Aparecida
en una de las siete colinas de Roma en el siglo IV, llegó a Guayana mil años
después navegando en la fe de la expedición doradista más numerosa de la
Conquista para insertarse en el alma popular como patrona sustituta del apóstol
Santo Tomás.
El
6 de agosto, tres días después de su crucifixión, dice el Nuevo Testamento que
Jesús apareciósele gloriosamente transfigurado a tres de sus discípulos al
Sureste de Nazareth, exactamente en el monte Tabor (Israel).
Pues bien,
el 5 de agosto del año 360, víspera de este acontecimiento que conmemora la
Iglesia; ocurrió un hecho singularísimo en una de las siete colinas de Roma,
específicamente en el Monte Esquilino: sorpresivamente siendo Verano, el monte
se cubrió de nieve y apareció como un espejismo la imagen de la Virgen María,
pero sólo fue testigo presencial del increíble suceso un matrimonio de nombre
Juan Patricio y Licina Ignova, romanos muy prósperos, pero inconformes por no
lograr la concepción de un heredero.
Esta
pareja que venía con anterioridad elevando preces a la Virgen María a fin de
que le concediera la gracia de tener un hijo que al fin tuvo, apreció el
acontecimiento como una respuesta milagrosa a su deseo.
Eran
tiempos de Su Santidad Liberio, quien por ese entonces (año 354) había
instituido el 25 de diciembre como fecha oficial del nacimiento de Jesús. Este
Papa conoció del milagro del Monte Esquilino y propuso a la pareja emplear
parte de su fortuna en la construcción de una Basílica en la propia colina para
entronizar a la Virgen. El Templo fue levantado con el nombre de Santa María de
las Nieves, mejor conocida como Basílica de Santa María la Mayor. A partir de
entonces el culto y devoción por la Virgen de las Nieves se extendió por todo
el mundo católico incluyendo, por supuesto, a España que para el momento y
hasta el siglo V era colonia del imperio romano.
La devoción llega a la América
La
devoción por la Virgen de una de las cuatro Basílicas patriarcales de Roma,
llegó a la América con los españoles a través de la Conquista y se insertó en
Guayana en tiempos de don Antonio de Berrío, fundador y primer gobernador de la
provincia. Pero Antonio de Berrío no la introdujo sino los inmigrados que
vinieron en número de dos mil, en la expedición –la más numerosa- del capitán
Domingo de Vera Irbagoyen, a quien Berrío había enviado a la península en 1596
en busca de recursos y gente con voluntad de construir una ciudad.
La
Capital de la provincia que se hallaba en ciernes desde el 21 de diciembre de
1595, no reconocía a otro patrono religioso que al apóstol Santo Tomás, célebre
por su manifiesta incredulidad acerca de la resurrección de Cristo, de la cual
no se convenció hasta tocarle las heridas.
El
cambio vino como consecuencia trágica de una expedición organizada por Berrío
en busca del Dorado que hasta la fecha no habían podido encontrar. Balacalzar
desde Ecuador, Gonzalo Jiménez de Quesada desde Bogotá ni él, Berrío, en cuyas
incursiones había gastado más de 100 mil onzas de oro, toda una fortuna.
Hecatombe en aldea indígena
Se cree
que la matanza más grande de hispanos ocurrida en combates durante la época de
la Conquista, se registró en Guayana en el cerro Los Totumos y en ella fueron
víctimas de la vindicación indígena más de 250 de los 300 doradistas,
incluyendo a tres frailes, que al mando del portugués Alvaro Jorge, había
enviado Berrío en su final intento por localizar la enigmática Manoa o región
del Dorado, donde según la leyenda aborigen existía oro como en ningún otro
lado del mundo.
La verdad
es que Berrío, anciano y frustrado, poco creía ya en la posibilidad del Dorado
y si organizó aquella expedición en su busca, fue como pretexto para
descongestionar al poblado, pues Domingo de Vera se había extralimitado al
traer de España a tanta gente prácticamente engañada con la fábula del Dorado.
Berrío le había sugerido no más de 300 y su lugarteniente trajo 2 mil personas que afortunadamente se
dispersaron hacia otras provincias, pero aún así al pobre poblado de Santo
Tomás de la Guayana había llegado un número considerable.
En abril
o mayo de 1597 salió la expedición que comenzó a tener bajas en el trayecto a
causa del hambre, la extenuación y las zoonosis propias de la selva
transmisibles al hombre. Había la expedición doradista andado unos 150
kilómetros cuando se estableció en el cerro de Los Totumos a disgusto de la
comunidad indígena allí viviente que la soportó durante varios días hasta que
harta de su presencia la tomó por la noche desprevenida y atacó con sus armas
contundentes y flechas envenenadas. De aquella matanza sobrevivieron treinta que lograron mediante un esfuerzo
desesperadamente heroico retornar a su punto de partida el 4 de agosto, víspera
de la Virgen de las Nieves a cuya acendrada devoción por ella, atribuyeron su
salvación. Misas y novenarios vinieron después y desde entonces creció por la
virgen del Monte Esquilino el culto que terminó desplazando de su trono a Santo
Tomás apóstol como patrono de la capital provincial.
Siendo
Ciudad Bolívar la misma Santo Tomás de la Guayana trashumante desde 1595, en
ella persiste como patrona la Virgen de la Nieves en el centro y parte superior
de un gran retablo dorado que sirve de fondo al altar mayor, mientras la imagen
escultórica del apóstol incrédulo mora en el altozano de la Catedral alumbrado
por el Sol del poniente.
La historia
ignorada
Esta
historia de Nuestra Señora de las Nieves que desde el sacerdote Mirco Falé ha
venido siendo rescatada, había sido sepultada por una leyenda semejante a otras
de Vírgenes del país, según la cual el patronazgo y devoción por la madre del
mesías viene desde que fue hallada en una caja varada en la orilla del río,
probablemente a causa del naufragio de alguna embarcación peninsular.
Tanta
fuerza había tomado la leyenda que la misma fue recogida en el himno que le
compuso doña Mercedes Febres de Natera con música de Marcos y Jorge Ortiz
Abreu. Las dos primeras de las siete estrofas, aparte del Coro, dicen: “Blanca gota de rocío/ nieve en las cumbres
ardientes/ de lejanas geografías/ donde pusiste tu pie/ Eres Virgen de las
Nieves/ Patrona de Ciudad Bolívar/ porque en sus áureas riberas/ quisiste
anclar tu bajel/. Tu bogaste milagrosa/ hasta el amor de este puerto/ viajera
de blancos velos/ con presencia de jazmín/ y en albores de tus cielos/ tu imagen
rubia de soles/ va derramando bondades/ como reguero de luz”.
En
cuanto al patronazgo vale decir que Santo Tomás no está totalmente desplazado
pues el gobierno eclesiástico lo considera Patrono de la Diócesis dado que
Nuestra Señora de las Nieves es sólo Patrona de Ciudad Bolívar. La Virgen del
Valle viene siendo la Patrona de todas las Diócesis de Oriente.
Culto y devoción
En la
Catedral metropolitana de Ciudad Bolívar existen dos imágenes de Nuestra Señora
de las Nieves y a la más antigua, de acuerdo con un trabajo de investigación
realizando por el Centro Catequístico de San Isidro, se le estiman más de dos
siglos, vale decir, que fue traída en 1790 cuando Santo Tomás de la Guayana
apenas tenía 26 años de haber sido trasladada a la Angostura del Orinoco.
Según
esta investigación catequística, el culto y devoción por la virgen romana se
mantuvo y creció durante años, gracias al trabajo devoto y consecuente de las
Juntas Organizadoras de las festividades que en su honor presidieron
distinguidas patronas y Damas guayanesas como Cecilia Siegert de Machado,
Manuela Golindano de Pérez, Isabel Gutiérrez de Sánchez Afanador y Anita Ortiz
Sanoja, entre otras.
Entonces
los programas de las festividades en honor a Nuestra Señora de las Nieves
comprendían, entre muchos otros actos alegres y contagiosos, la inmancable
entrega de Canastilla al primer niño nacido el 5 de agosto, serenatas ofrecidas
por conjuntos musicales de la ciudad, elección de la madrina de las fiestas
patronales, retretas de la banda del Cuartel Tomás de Heres, carrozas, carreras
de saco y bicicletas, piñatas y otros deportes populares que hoy han
desaparecido, no obstante la intención de incluir las festividades patronales
dentro del programa general de la Feria
del Orinoco que también es en agosto, coincidente con la crecida del río y
la pesca de la sapoara.
De igual
manera se ven mermados los programas religiosos pues el noveno ha sido reducido
al triduo y en las solemnidades se viene notando la dejadez de las autoridades
civiles y militares. Congregaciones Religiosas, movimientos de apostolado y
hasta el propio clero.
Los
catequistas recuerdan que este Día de la patrona de Ciudad Bolívar ha servido
de marco para relevantes celebraciones a nivel arquidiocesano. En 1968, por
ejemplo, se efectuó la toma de posesión canónica del tercer Arzobispo de la
ciudad, Monseñor Dr. Medardo Luzardo Romero. En 1987, el Diácono Omar Márquez
recibió la ordenación sacerdotal y en 1988, su eminencia el Cardenal José Alí
Lebrún, Arzobispo de Caracas visitó la ciudad.
Nuestra
Señora de las Nieves es una de las Vírgenes de Venezuela que no han sido
coronados canónicamente. Lo han sido hasta ahora La Chinita de Maracaibo, La
Divina Pastora de Barquisimeto, la Consolación de Táriba, la del Socorro de
Valencia, la Coromoto de Guanare y Nuestra Señora de Soledad de la Iglesia San
Francisco de Caracas. El Centro Catequístico de San Isidro ruega y aguarda que
algún día no lejano lo sea, pero también depende de la devoción y el culto de
los guayaneses que a veces se extingue y renace como la nieve del Monte
Esquilino.
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