viernes, 16 de junio de 2017

El Salto Ángel

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         El 9 de octubre de 1937 cayó la Ryan Flamingo sobre el Auyantepuy. Como muy pocas veces, era una mañana clara y de sol brillante. La meseta derramaba sus ríos sobre el Churún y el Carrao en una columna vertical imponente.

         El aviador norteamericano, su mujer, un ingeniero y el guayanés que le sirvió de baquiano, se abismaron ante lo inesperado.
         La avioneta durante la operación de aterrizaje había quedado con la cola levantada y las ruedas delanteras hundidas en un suelo tan cenagoso como el de un morichal.
         Desde ocho mil pies de altura había sido imposible percibir la naturaleza del suelo escondido debajo de un extenso y alto pajonal.
         El piloto, al momento, pensó que había quedado atrapado por la marisma en medio de aquella meseta donde el viento se agiganta y agita de manera turbulenta. Sin embargo, el suelo no era tan fangoso como para hundirse el hombre hasta más arriba del empeine, de suerte que, con tino y cuidado, lograron salir de allí con lo necesario para sobrevivir.
         El californiano Jimmy Ángel había sido soldado en la Segunda Guerra Mundial al servicio de la Fuerza Canadiense y también de la China Nacionalista. Sabía, por esa experiencia de la guerra, cómo sobrevivir en situaciones adversas como la que sorteaba para tratar de hacer contacto con el origen de aquel salto de agua, más elevado que hasta la desconocida catarata Yosemite (739 mts.) de su propia tierra California (la tercera más elevada del mundo). Para entonces se tenía la King George, de la Guayana Inglesa (488 m.) y la Sutherland (580 m.) de la isla del Sur de Nueva Zelandia, como las más elevadas.
         Desde aquella meseta tubular, de 2.460 metros sobre el nivel del mar, de paredes verticales y cumbre plana, de intensas fracturas y sucesiones de escarpes y terrazas, el paisaje era inmenso y sobrecogedor. Otros tepuyes se alzaban distantes interrumpiendo la serenidad del horizonte y dominando las sabanas onduladas. Cursos de agua y raudales, vegetación herbácea, densas formaciones selváticas, raras especies forestales y fáunicas hablaban de otro mundo, tal vez del Mundo Perdido de Sir Arthur Conan Doyle.
         ¿Qué hacer ante aquel mundo impresionante? ¿Quedarse? ¿Huir? Más valió apresurar el paso para sobrevivir con los pocos alimentos que llevaban; no obstante, tardaron catorce días en llegar al pueblo indígena más cercano (Kamarata) después de peripecias propias de alpinistas, como la de utilizar cuerdas para descender paredes que en este caso eran areniscas, húmedas y verticales.
         Los compañeros de Jimmy (James Crawford Ángel), eran, su esposa Marie y los venezolanos, Miguel Ángel Delgado y el ingeniero Gustavo Henny.
         Cuando acampaban para descansar en algún paraje, el aviador se placía  en contar aventuras. Sus aventuras en primitivos aviones, durante las cuales llegó a entablar relaciones con gente famosa como Tomás Eduardo Lawrence (Lawrence de Arabia) y Amalia Earhart. El primero, aviador y agente militar británico, autor del libro “Los Siete pilares de la sabiduría”, muerto trágicamente en accidente de motocicleta en 1935 y la segunda (Amalia Earhart), primera mujer en cruzar el Atlántico y la cual había desaparecido en junio de ese año de 1937 cuando trataba de darle la vuelta al mundo.
         Como piloto-correo de los campos petroleros de la región de Tampico (México) vivió también ciertas aventuras al igual que en Panamá, cuando estuvo dedicado desde allí a hacer demostraciones aéreas en Sudamérica. Fue entonces (1921) cuando conoció a un compatriota de apellido Mc Graken, quien le pagó cinco mil dólares para que lo llevara a un remoto lugar de Venezuela donde debía recoger un oro. Tal era “La Gran Sabana”, nombre dado por el explorador Félix Cardona Puig, a lo que es hoy el Parque Canaima.
         Mc Graken había estado en la Gran Sabana en 1917 dedicado a la minería. Había logrado acumular unas 75 libras de oro que al no poderlas sacar del sitio, las mantuvo escondidas hasta que logró la oportunidad de Jimmy Ángel de quien se hizo amigo y había confiado algunos secretos del lugar, entre ellos, un croquis donde aparecía el Salto de agua que desde entonces llamó la atención del aviador.
         Después de su viaje con Mc Gracken, el piloto Jimmy Ángel continuó explorando la zona. En uno de esos viajes de exploración recibió 8 mil dólares del profesor Thomas Guillard, para recolectar especies exóticas de la Gran Sabana, destinadas al Museo Norteamericano de Historia Natural, a la vez que señalar el camino para una posible expedición científica de esa institución.
         Esto ocurrió en 1937, año en que la Ryan Flamingo quedó atrapada en el Auyantepuy.
         El Auyantepuy es una meseta arenisca de la edad precámbrica que al igual que las del Monte Roraima, Acopantepuy, Chiamatepuy, Apramantepuy, Auyantepuy, Ueitepuy, Iruruimatepuy, Paratepuy y Tramantepuy (la más alta), forman parte de la llamada Formación Roraima, de existencia posterior a la del Escudo de Guayana. Esta formación, diseminada en numerosas unidades como la Meseta del Auyantepuy, es lutítica en la parte inferior y arenosa conglomerática en la parte superior.
         Vista de Norte a sur, desde la avioneta en vuelo, la Meseta del Auyantepuy presentaba para Jimmy Ángel, casi la forma de un corazón seccionado por dos descomunales cañones, uno de los cuales sirve de lecho al río Churún.
         El río Churún nace al Sur de la propia cumbre del Auyantepuy hasta convertirse en un Salto de 400 metros de caída libre que luego de un recorrido de 10 kilómetros en dirección Sur-Noroeste, recibe otro salto mucho más elevado e imponente. Tal es desde entonces el Salto Ángel, nombre sugerido por el ingeniero venezolano Gustavo Henny.
         El río Churún, luego de recibir los Saltos Churún y Angel va a fluir sus aguas intensas y espumosas en el río Carrao que tras formar la laguna de Canaima, transformado en el Salto Hacha, termina rindiéndose al Caroní.
         Antiguos pobladores de la región de Kamarata son los Kamaracotos, rama de la etnia Pemón, catequizados por los misioneros capuchinos que junto con Lucas Fernández Peña se aventuraron a fundar Santa Elena de Uairén. Antes, en 1916, llegaron allí buscadores de balatá, entre ellos, Rafael Angel Lezama, baquiano de Gallegos por los caminos de Canaima. Posteriormente, el explorador catalán Félix Cardona Puig, quien acompañado de Juan María Mundó Freizas, había emprendido desde 1926 la exploración de la región Sureste de Venezuela, comprendida entre el Orinoco y la frontera con Brasil. Cardona llegó hasta el sitio y levantó un mapa de la región de Kamarata y de la Gran Sabana, adoptado por el gobierno como carta oficial de vuelo hasta 1940, en ese mapa aparece el Salto al cual Cardona no le dio la importancia que tuvo después ante los ojos del aventurero norteamericano Jimmy Ángel.
         La noticia del accidente del 9 de octubre de 1937 que exaltó al Salto Ángel como el más elevado del planeta, se supo primero en Caracas y Estados Unidos que en la capital del Estado. En Ciudad Bolívar, su capital, el vespertino “El Luchador” publicó la información el 29 de enero de 1938, vale decir, a los 112 días de haber ocurrido y se limitaba a lo siguiente:
         “El aviador americano Jimmy Ángel manifestó haber descubierto un Salto de una milla de altura, que se supone sea el más grande del mundo. El Salto está situado a 250 millas al Sur-Este de Ciudad Bolívar, Venezuela.
         Ángel midió la altura del Salto con el altímetro y manifestó que el agua corre sobre el ángulo de una tierra plana que está a once mil pies sobre el nivel del mar. El altímetro mostró que el agua, un chorro delgado, caía de una altura estimada entre cinco y seis mil pies, y de allí continúa en rápida corriente en otros mil pies antes de caer en un río.
         Se cree que este río (el Churún) del que habla el aviador sea un tributario del río Caroní, afluente del Orinoco. El sitio no está marcado en ningún mapa y es descrito como en forma de herradura, con 150 millas de extremo a extremo.
         La más alta catarata del mundo es conocida con el nombre de King George, en la Guayana Inglesa, la cual tiene dos mil pies de altura, la catarata de Sutherland, en Nueva Zelandia, con 1.900 pies es la segunda, mientras que la famosa Victoria tiene solamente 343.
         El aviador que descubrió la catarata vivió mucho tiempo en esas zonas. El descubridor fue Mc Graken, en 1917, cuando se dedicaba a buscar oro y al referir el asunto a Ángel, éste se interesó hasta el punto de poner su avioneta en el sitio”.
         Jimmy Ángel permaneció en Venezuela hasta 1949 cuando organismos internacionales confirmaron que realmente el Salto Ángel era el más elevado de la Tierra, con 979 metros de caída libre, sin sumarle el trayecto que recorre antes de tributar en el río Churún.
         Jimmy Ángel sufrió el 6 de febrero de 1942 otro accidente aeronáutico bajo un mal tiempo que le hizo consumir toda la gasolina, pero afortunadamente ninguno de los ocupantes del aparato resultó lesionado. Angel aterrizó forzosamente en un accidentado terreno de 50 metros cuando volaba desde Ciudad Bolívar a Karanacuni, acompañado del mecánico Delfín Rosales. Llevaba de pasajeros al explorador Félix Cardona Puig y cuatro de sus hijos que se dirigían hacia el Ventuari.
         Cardona Puig, quien falleció el 12 de diciembre de 1982, ascendió a la cumbre del Auyantepuy inmediatamente después que Jimmy Angel aterrizó la avioneta. Lo hizo acompañado a la expedición del Museo de Historia Natural de Nueva York interesado en investigar la fauna ornitológica de la Meseta.
         Jimmy Ángel murió en Panamá el 8 de diciembre de 1956, víctima del asma y el paludismo. Antes de morir manifestó su deseo de que la Ryan Flamingo permaneciera sobre la Meseta: “ La avioneta es mía y nadie debe tocarla, ni puede, pues está en lugar inaccesible”. Sin embargo, en 1970 fue rescatada mediante una operación helitáctica de la FAV para restaurarla y exhibirla con motivo del Año Jubilar de esa fuerza aérea.
         El 26 de abril de 1980 retornó al Estado Bolívar y dado que fue declarada Monumento Público Nacional las autoridades resolvieron dejarla definitivamente en la que había sido siempre su base natural: Ciudad Bolívar. Aquí quedó bajo la promesa de que el gobierno regional le constituiría en el principal motivo de atracción de un Museo sobre selva y los pioneros de la aviación selvática de Guayana.

         Provisionalmente fue ubicada en el Parque Leonardo Ruiz Pineda y finalmente en el Jardín del Terminal de Pasajeros del Aeropuerto, donde sufrió el impacto de un robusto árbol sacado de raíz por viento huracanado. Un supersticioso dijo entonces y lo repitió más tarde, cuando un automotor se desvió de la Avenida y la Flamingo cayó impactada de nuevo: “Es la ira de Angel”. 

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