Leopoldo López atravesando a nado el Orinoco
Eso de cruzar el Orinoco de una orilla a otra,
desafiando a los ancestrales guardianes de su fauna, corrientes encontradas,
borbollones y otras trampas propias de su lecho tormentoso, no es novedad
actual cuando el río se halla prácticamente limpio y domesticado, sino de otros tiempos en que el hombre se
gozaba en el impulso temperamental de la temeridad y la heroicidad.
No vayamos muy lejos, Simón Bolívar, lo
habría intentado estando en Angostura en 1817, y lo que es más, con las manos
atadas. No sé a quién quiso impresionar el Libertador. Tal vez haya podido ser
una especie de desquite por lo que le ocurrió en Casacoima al lanzarse al río y
tener que ser auxiliado por el angostureño Bibiano Vidal, cuando fue
sorprendido por una guerrilla realista procedente de los Castillos de Guayana
la Vieja o si como dice en su libro Misceláneas
el profesor José Francisco Miranda, para distraer a su mujer Pepita Machado, que
comenzaba a sufrir los rigores de la tuberculosis. Total, una temeridad que por
poco le cuesta la vida, pues igualmente debió ser auxiliado por uno de sus
edecanes, edecanes distintos a los que así se hacían llamar por permanecer
mucho tiempo tertuliando frente a su efigie en la Plaza Mayor de Ciudad
Bolívar, bajo la presidencia vitalicia del extinto diputado Pedro Anastasio Collins Linche.
Verdad que era una temeridad no sólo
intentar cruzar el Orinoco en ese tiempo y antes, no tanto por su caudal, anchura
y las naturales trampas de su tormentosa hidrografía, sino por la voracidad de
los saurios que hasta mediados del presente siglo custodiaban su ecosistema
contra los depredadores que al final terminaron con ellos.
Después que la civilización limpió el
río de tales inconvenientes, para un nadador de resistencia no resultaba tan
temerario cruzarlo. Sin embargo, hasta mediados de siglo, los aficionados al
deporte de la natación se limitaban nadar en el río, desde la Cruz del Perdón o de la Marina hasta la
Isla de El Degredo, El Sábado de
Gloria y Domingo de Resurrección, según dice el Bachiller Ernesto Sifontes en
una de sus publicaciones (1958) “muchachas arrojadas, grandes nadadores de
los Palos de Agua, de Polanco y El Pueblito, a la señal de un juez, se echaban
al agua y atravesaban el canal que existía hasta alcanzar la playita de el
Degredo, para luego regresar sin ninguna custodia ni protección.”
Después surgió el reto cruzarlo de orilla a orilla por la parte
angostureña. El testimonio más a la mano lo registra la edición del vespertino El Luchador del 4 de mayo de 1929
cuando el nadador de nacionalidad francesa Juan Walter, escoltado por dos
curiaras y dos lanchas atravesó en media
hora desde Soledad hasta el Puerto de Blohm. El día 18 volvió a intentarlo
de ida y vuelta en 55 minutos.
Hubo de transcurrir doce años para una
prueba similar. Esta vez (14 de abril de 1941), por los jóvenes telegrafistas,
Rafael García y Juan Alacayo. Lo cruzaron en tiempo de 48 minutos, de Soledad
al Puerto de Blohm. Imagínese el lector a los citadinos reunidos a lo largo del
antiguo Paseo La Alameda contagiados con la emoción de la hazaña.
Los jóvenes telegrafistas se atrevieron
porque les habían asegurado que ya no había saurios por la zona, pues el
último, de tres metros, había sido liquidado en 1931 por el oficial de policía,
Samuel Gutiérrez, frente al Resguardo, sin embargo, no hubo de inmediato nuevo
intento de cruzar el río, dado que las lavanderas de Orocopiche denunciaron la
prensencia de otros saurios.
Efectivamente, el 3 de julio, tras
paciente seguimiento, fue localizado y eliminado cerca de la Cerámica, por el
jefe militar de la plaza, mayor José Antonio González. El siguiente fue
disparado desde el puerto de La Aduana, agosto del año siguiente, por el
Prefecto del distrito Heres, capitán José León Medina. De esta forma se declaró
limpio el canal angostureño y los nadadores se propusieron confiados la
travesía del río.
Pero no es sino a partir de 1954,
tiempo del gobernador Eudoro Sánchez Lanz (Dictadura del General Marcos Pérez
Jiménez) cuando realmente toma cuerpo un movimiento de competencia organizado
por Jorge Suikowsky, profesor de
inglés del Instituto de Comercio Juan Bautista Dalla-Costa, de origen
ecuatoriano y deportista consumado.
De Perro Seco, El Pueblito, Palos de
Agua y EL Polanco salían los mejores nadadores del Orinoco. De allí Oscar
García, quien ganó la primera prueba de las dos realizadas en septiembre de ese
año 1954. Entonces lo bautizaron El
Tiburón del Orinoco y con ese nombre atendió invitaciones de eventos
similares que se organizaban fuera del Estado. El domingo 26 en la segunda
prueba de 3 kilómetros, desde Playa Blanca en el litoral de Anzoátegui hasta el
Mirador Angostura que en esos días había sido inaugurado con Fuentes de soda,
Restaurante y pista de baile, detrás del Mercado Principal. Allí se expendía
una cerveza para entonces de moda, la Victoria
y su hija más pequeña la Caribita
que distribuía Jesús López Fernández, así como la Heineken con la cual competía, importada de Holanda y distribuida
por los Hermanos Rassi.
Además del Mirador Angostura existía el Mirador
Sifontes en la Laja de la Sapoara, decretado y realizado bajo la
presidencia municipal de Brígido Natera Ricci y contra el cual chocó el Ferry Angostura que transbordaba
vehículos y pasajeros entre un lado y otro del Orinoco.
Antes de finalizar el año - 13 de
diciembre- hubo una tercera prueba de natación, pero con el sexo opuesto. En
ella venció la guayanesa Cruz Ramírez contra
la yugoslava Elena Develac. En tener
lugar llegó Crucita Ramos.
En febrero del año siguiente se realizó
entre Macuto y la Guaira un Maratón de Natación al cual fue invitado el Tiburón del Orinoco. Oscar García lo
ganó contra todos los pronósticos venciendo al campeón nacional Quintín Longa.
En enero de 1967 se reanudaron las
pruebas de natación en el Orinoco y destacaron las figuras de Miquel Itriago,
César Araya (El Caimán del Orinoco) y Beatriz de Silva. Gustavo, niño de ocho
años de edad, hijo del profesor Jorge Suikowsky, hizo una demostración desde la
Capitanía del Puerto hasta el Mirador, prácticamente costeando la ribera del
río en trayecto aproximado de ocho kilómetros.
El 10 de octubre de 1970 y con motivo
del Día del Policía, Jesús Gutiérrez Boscán, marabino de 28 años de edad,
realizó una exhibición de resistencia desde el Puente Angostura hasta el
Mirador. La hoja deportiva del nadador zuliano despertó admiración, pues había
nadado en el Canal de la Mancha y en el estrecho de Gibraltar.
Desde la última gran crecida del Orinoco
(1976) que arrasó con los tradicionales parajes de Perro Seco, El Pueblito y El
Polanco donde se cultivaba el semillero de los grandes nadadores del Río Padre,
como Oscar García y César Araya, se perdió el entusiasmo por este deporte que
poco o nada estimuló el IND y ni siquiera el club Náutico como complemento de
las competencias de motonáuticas y del sky acuático, también en decadencia.
Esta actividad deportiva tradicional ha sido desviada ahora a Ciudad
Guayana, auspiciada por la Alcaldía de Caroní. De manera mejor organizada,
desde 1990, cada año y por el mes de abril, dentro del programa aniversario de
la Batalla de San Félix, se realiza una competencia con participación de
nadadores de Guayana y el resto de Venezuela.
El trayecto que suele cubrirse es de tres kilómetros, desde los
Barrancos de Fajardo en Monagas, hasta el Malecón de San Félix próximo a la
sede de la Alcaldía. Se compite en seis modalidades. En la competencia de 1994
se inscribieron 130 nadadores, pero sólo se presentaron 95, repartidos en la
modalidad Libre Masculino, ganada
por el estudiante udista de Cumaná, Antonio Saint Aubyn, quién agenció un
tiempo de 35 minutos y 27 segundos; Juvenil
Masculino, ganada por Glen Jorge Sochackyj, de Pequiven, en tiempo de
40:48; Master Femenino, ganada por
Christine Grady, de Caracas, en tiempo de 39.45; Libre Femenino, ganada por Carolina Lleras, del Club Friedman de
Caracas, en tiempo de 39:34 y Juvenil
Femenino, ganada por Marlibeth Alemán, de Interalúmina, en tiempo de 57:32,
y quien junto con Raymond Rosal Baquero y Lismar Gruber, sacaron la cara por el
Estado Bolívar, estos dos últimos haciendo un tercer lugar en otras categorías.
Destacamos como hecho inusitado la presencia de Enriqueta Duarte, una
argentino-venezolana, de 65 años de edad.
Quienes van todos los años a Caroní para cruzar al Señor de todos los
ríos son nadadores clásicos, que cultivan o cultivaron la natación como una
disciplina olímpica y se sienten atraídos por este tipo de marathonismo que hoy
se organiza tanto en mar, lagos y ríos en muchas partes del mundo.
En las pruebas que desde mediados de siglo se venían haciendo en la
Angostura del Orinoco, por supuesto, también competían nadadores con
experiencia en piscinas olímpicas, pero mezclados en una misma categoría con
los nadadores naturales del río, los que nacieron en su orilla y que a pesar de
no haber tenido escuela, hacían un papel destacado ganando casi siempre las
pruebas. Tal el caso de Oscar García y César Araya, retirados y totalmente
absorbidos ahora en otros menesteres, aunque en tiempos de Semana Santa son
habilitados como Salvavidas.
Con motivo de los 230 años del traslado de la Capital de la Provincia
de Guayana a la Angostura del Orinoco, la Dirección de Cultura de la Alcaldía
de Heres incluyó en su programación una prueba de natación de una orilla a otra
del Orinoco, apoyaba por el comando de la Armada. Fue una manera de revivir
algo que se estaba perdiendo y que acertadamente ha venido explotando con
proyección nacional la alcaldía de Caroní. Por cierto, que esta prueba 230 años de la Ciudad la ganó Lizmar
Gruber, una muchacha que había logrado buena perfomance en la de Los Barrancos
a San Félix, mientras la segunda y
tercera posiciones la alcanzaron dos muchachas tan jóvenes como ella, Teresa
Berbín y Lorena Camargo.
En total
compitieron cuatro mujeres y seis hombres con edades inferiores a los
veinticinco años. Para sorpresa de la multitud que presenció la prueba,
incluyendo al Gobernador Andrés Velásquez y al Alcalde Leonel Jiménez Carupe,
las mujeres superaron a los hombres, emulando la hazaña de Cruz Ramírez, quien
cuarenta años atrás le ganó a la europea Elena Develac.
Historias que valen oro
ResponderEliminarMuy interesante!
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