Es una fortuna la de Ciudad Bolívar
disponer no sólo del Museo de Arte Moderno “Jesús Soto”,del Museo Etnográfico
del Orinoco, del Museo Geológico y Minero sino también del Museo de Ciudad
Bolívar, un poco heterogéneo pero donde fundamentalmente se conserva de manera
permanente un siglo de pintura
venezolana.
El 20 de noviembre de 1973, el Presidente de la República, Rafael
Caldera inauguró en la Casa del Correo del Orinoco este Museo que en marzo de
1991 cerró sus puertas al público para reabrirlas al cabo de tres años y medio
que duraron los trabajos de refacción.
La Sociedad Amigos de Guayana que le dio origen bajo la dinámica
presidencia del poeta Rafael Pineda, se sumaba entonces al nuevo rol de Ciudad
Bolívar, frente a Ciudad Guayana que se edificaba como centro energético y minero industrial. Había que
hacer de la capital angostureña una ciudad a la par que
político-administrativa, residencial y cultural.
La tradición universitaria y cultural de Ciudad Bolívar con raíces
hondas, debía reverdecer aprovechándose recursos potenciales como los museos
con su antecedente remoto el Museo Talavera, fundado en 1941 por Monseñor
Miguel Antonio Mejía y el doctor José Gabriel Machado, pero que lamentablemente
no pudo permanecer en el tiempo debido a que cada habitante que por allí pasaba
se sentía con derecho a una de sus numerosas piezas de las que apenas quedan
unas antiguas campanas en la Casa de San Isidro y un Cristo de Plata del siglo
XVIII ante el cual oró el Libertador de Guayana, Manuel Piar, poco antes de ser
pasado por las armas en la Plaza Mayor de Angostura.
Había que comenzar de nuevo con los Museos. Soto fundó el Museo de Arte
Moderno; José Batista Gómes el Museo de Geología y Minas de la UDO y Rafael
Pineda que disponía de una importante colección de pintura la donó como base de
lo que es actualmente el Museo de Ciudad Bolívar.
De manera que el Museo de Ciudad Bolívar en la Casa del Correo del
Orinoco fue el tercero que se inauguró en la capital orinoquense en menos de
dos años y donde se puede apreciar, visual e históricamente, lo que ha ocurrido
en las artes plásticas de Venezuela en los últimos cien años.
Consta el Museo de seis salas, más el corredor y el jardín donde se
distribuyen en orden cronológico las obras, de acuerdo con la historia del arte
venezolano. Se inicia la exposición (Sala Uno) con obras de Arturo Michelena,
Emilio Boggio, Armando Reverón, Tito Salas, Andrés Pérez Mujica, Marcos
Castillo, César Prieto y otros representantes de la llamada Escuela de Caracas
y del Círculo de Bellas Artes.
La Sala dos ha sido escogida para exhibir allí la prensa donde se editó
el Correo del Orinoco hasta el número noventa y uno (1818-1820) cuando el
taller fue trasladado al sótano de la casa donde se había reunido el Congreso
de Angostura en 1819.
Muchos se preguntarán quizás por qué una prensa tipográfica en un Museo
de artes visuales. Parece incongruente pero en el fondo tiene una explicación
admisible y es que el Museo se instaló precisamente en el seno natural de esa
prensa de valor histórico no sólo por su manufactura primitiva sino porque en
ella se editó el primer periódico libre de Guayana y el de más larga vida en el
período de lucha por la independencia de Venezuela.
Como marco de esa prensa pagada en parte con mulas de las Misiones del
Caroní, existe en la Sala un historial gráfico de la ciudad de Angostura en
aquellos tiempos azarosos de la lucha por la emancipación americana.
Las Salas tres, cuatro y cinco, están destinadas exclusivamente a
gráficas, cerámicas y dibujos que junto con las secciones de pintura y
escultura demuestran lo que ha ocurrido en la plástica venezolana desde fines
del siglo diecinueve hasta hoy, y podríamos decir que hasta mañana tomando en
cuenta que cada año se incorporan a la institución importantes donaciones, muchas
de las cuales hay que tener en depósito aguardando que el Museo amplíe sus
espacios, bien adquiriendo el inmueble vecino u otro distante, pero dentro del
perímetro del casco urbano.
En la sala seis, donde se hace un intento por resumir el arte venezolano
desde 1942, se pueden ver obras de Alejandro Otero, Alirio Rodríguez, Carlos
González Bogen, Régulo Pérez (nativos de Bolívar como Soto), Armando Barrios,
Oswaldo Vigas, Braulio Salazar, Perán Erminy, Mateo Manaure, Francisco Hung,
Aglays Olivero, Rafael Pérez, José Campos Biscardi, Max Pedemonte, Raúl
Sánchez, Teresa Casanova y otros.
En el Zaguán que da a la calle Carabobo (el Museo está ubicado entre la
calle Carabobo y el Paseo Orinoco) se exhibe una muestra de pintores
primitivos. En el umbral, dos petroglifos rescatados del lecho del Lago de la
Represa de Gurí en la entrada; las obras de Miguel von Dangel “Uverio-Santa Cruz del Orinoco”y “Parman-los Guires,” que son pinturas
acrílicas escarchadas sobre papel cartografiado. También como algo sorprendente
es posible ver un supuesto retrato de Francisco de Miranda, marfil, hecho por
un pintor inglés: John Filens
(1817-1867), porque , además de los pintores nacionales, puesto que la esencia
del museo es “cien años de pintura
venezolana”, ha habido que habilitar espacio para pintores extranjeros que
han tenido la generosidad de donarle obras a la institución. De suerte que el
Museo dispone de una buena colección de obras de artistas extranjeros, donde
sobresalen los de italianos por su mayor contribución.
Efectivamente, los pintores italianos están representados en el Museo
de Ciudad Bolívar con el mayor número de obras. Más de 70, de diferentes
técnicas, desde el acrílico a la acuarela, pasando por la técnica mixta, el
collage, el dibujo y la serigrafía.
Nueve de estas obras fueron realizadas expresamente como homenaje a
Simón Bolívar y a Venezuela por Gloria Persiani, Mario Bizarri, Alba Savoy,
Anna María Vencheri, Aldo Mengolini, Carlos Bevilacqua, Vicenzo Gigli, María
Laura Piccinello y el japonés residente en Roma, Takara Noya.
Aparte de la colección de obras italianas, el patrimonio del Museo
estimado en más de 900 obras, incluye las de los siguientes maestros igualmente
extranjeros: Carlos Enríquez (Cuba 1901-1957), Baltasar Lobo (España
1910-1993), Rufino Tamayo (México), Edgar Negret (Colombia), Bruno Vernier,
Pérez Celis, Horacio Blas Maza y Liliana Porter (Argentina), Jorge Eilson y
Joaquín Roca Rey (Perú), Ada Balcácer (República Dominicana), Duncan
(Inglaterra), Felipe de Vallejo (España), Lourdes Castro (Portugal) y dos
pinturas del disidente ruso Eugenio Rujín, muerto en 1974, las únicas de un
pintor ruso que se encuentran en Venezuela y las cuales fueron donadas
respectivamente, por la Embajada de Venezuela en Rusia y Carlos Maldonado
Bourgoin
Además de este patrimonio de artes visuales debemos destacar que el
inmueble construido a comienzos del siglo diecinueve a las faldas del cerro El
Vigía que contienen las aguas del Orinoco, es de por sí, una obra de valor
arquitectónico que según la tradición de las escrituras, perteneció al canario
José Luis Cornieles, quien luego de la campaña de Guayana, se hizo amigo del
Libertador y llegó a ser Alcalde Provincial. Cornieles puso a la orden del
gobierno supremo sus propiedades, entre ellas la colonial casa del morichal de
San Isidro que sirvió de residencia al Libertador.
La Casa del Correo del Orinoco sirvió de asiento al Taller de Impresión
del Gobierno Supremo, desde 1817 hasta 1820. Luego fue utilizada a través de
décadas ya como vivienda, casa de comercio y en 1968 cuando fue rescatada para
su restauración era un ventorrillo.
Con motivo del sesquicentenario del primer número del Correo del Orinoco, fue creada el 7 de
mayo de 1968, por disposición del Presidente de la República Raúl Leoni, una
Comisión Asesora del Ministerio de Obras Públicas para la reconstrucción de
dicho inmueble, procediéndose de inmediato a efectuar los trabajos preliminares
de levantamiento, exploración y expropiación de los derechos de propiedad que
sobre el inmueble tenían los Hermanos Torres y el Señor Fasir Greige
De acuerdo con los resultados fueron ejecutados los trabajos de
exploración que consistieron en determinar la obra original que pudiera haber
existido, tales como piso de ladrillo, de mollejón, recubrimiento de frisos.
Con los resultados obtenidos se procedió a la elaboración del anteproyecto, el
cual fue aprobado y se determinó que el uso del inmueble, una vez restaurado,
sería destinado a un museo de la prensa independentista, anexándose dos
inmuebles ubicados en la parte posterior como jardines. El Ministerio de Obras
Públicas ejecutó los trabajos de remodelación y expropiación.
La casa había sido intervenida y deformada en algunas áreas, por lo que
hubo que hacer demoliciones incluyendo
los frisos en paramentos verticales exteriores e interiores, pero manteniendo
en su estado actual las molduras y una hornacina existente en la fachada, en la
cual se entronizó una imagen en cerámica de Santo Tomás, de la artista María
Luisa Zuloaga.
No obstante, la reconstrucción y
remodelación de este inmueble histórico acusó fallas que hubo que reparar
urgentemente veinte años después, vale decir, en marzo de 1991 cuando fue
cerrado por la Oficina de Revitalización del Casco Histórico del Gobierno
Regional que convino con la Asociación Amigos de Guayana, asumir y costear los
trabajos de refacción. Hoy felizmente, los trabajos han llegado a su final y
los bolivarenses como los venezolanos en general y turistas de todas partes del mundo que visitan
la Ciudad, podrán continuar disfrutando del valioso patrimonio artístico de
este Museo de Ciudad Bolívar que
desde su fundación dirige Marlene Wulf de Aguirre, pero con cuya existencia y
permanencia ha tenido que ver decididamente el poeta Rafael Pineda, respaldado
por la Asociación Amigos de Guayana.
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