Las
fortalezas erigidas para defensa de la ciudad sirvieron posteriormente de cárcel
o prisión como fue el caso de los Castillos San Francisco y el Padrastro. Angostura, no obstante, tuvo desde el
principio su Cárcel Pública o Cárcel Vieja como le dicen ahora para
distinguirla de la de Vista Hermosa.
Entre las edificaciones que se propuso el
gobernador de la provincia, Manuel Centurión
para revitalizar institucionalmente la ciudad, estuvo la Cárcel, pero al cabo
de diez años que duró su mandato, interrumpido virtualmente por la presión
religiosa fraileña con la cual tuvo roces, le fue materialmente imposible
terminarla. Tampoco pudieron continuarla los gobernadores siguientes, excepto
Miguel Marmión, quien por no tener ya donde meter los presos, optó por
paralizar la construcción lenta de la Catedral para destinar los impuestos del
guarapo y juegos a la prosecución de la obra. Pero no fue muy lejos el
Gobernador Marmión, tampoco Inciarte. De allí que al instalarse en Angostura
los Poderes de la República hubiese que habilitar una de las casas que por la
parte Sur flanqueaban la Plaza Mayor, para que sirviera de prisión.
De suerte que para la época de la
Independencia, la Casa de Prisión estaba junto a las de la Guardia y Cuarteles
Militares flanqueando en su lado más alto la plaza empedrada.
Por ello tal vez no se le menciona
durante el sitio de Angostura, no obstante su ubicación estratégica de dominio
sobre el río. Se habla de una gran zanja alrededor de la ciudad y de cañones
emplazados en Polanco y la Alameda solamente.
Para 1866 ya existía como cárcel puesto
que Tavera Acosta la menciona en un capítulo titulado “La Revolución de los Azules”, cuando el coronel Ramón Contaste,
con un grupo de bolivarenses partidarios de Dalla-Costa, trata de vencer
inútilmente a la guardia de prevención para tomarla.
Los días 20, 21 y 22 de agosto de 1902
los vapores de guerra Restaurador y Bolívar comandados por el General José
Antonio Velutini y Román Delgado Chalbaud dispararon 1.300 proyectiles
explosivos sobre la ciudad (Guerra Libertadora) y causaron daños a numerosos
edificios, entre ellos la cárcel.
Por su proximidad con el desaparecido
Fuerte San Gabriel que Moreno de Mendoza levantó en El Arenal, hoy Mirador, se
cree que vino en cierto modo a reemplazarlo, por lo menos durante la crecida
del Orinoco
Con motivo de los trabajos de
restauración de este inmueble, la revista El Minero dice en su edición julio/
agosto 1980: “la edificación de la cárcel
vieja está ubicada en frente del Paseo Orinoco y sirvió de prisión prolongados
años. Se cree que pudo haber sido una dependencia del Fortín San Gabriel, en el
Orinoco, pero hasta ahora esto no está totalmente dilucidado”. Por su parte
el doctor José Sánchez Negrón, Cronista de Ciudad Bolívar, dice en un artículo
sobre este edificio: “Lo que sí está
definitivamente en claro es que el
edificio de la Cárcel Vieja no fue asiento del Almirantazgo, tampoco lo fue de
la prisión pública durante el dominio realista”.
Evidentemente, los republicanos,
después de la Toma de Angostura tomaron uno de los inmuebles de la parte Sur de
la Plaza mayor para que sirviera de Cárcel. En ella estuvo preso el general
Juan Bautista Arismendi, quien fue trasladado desde Margarita al negarse a
cumplir una orden del Gobierno Supremo relativa al reclutamiento para aumentar
la capacidad numérica del Ejército que se preparaba para invadir a Colombia.
Igualmente los Castillos de Guayana la Vieja sirvieron de prisión desde tiempos
de la colonia hasta muy avanzado el siglo diecinueve.
Otros establecimientos penales del
Estado Bolívar a lo largo de su historia, son la Colonia de Trabajo de El
Dorado creada en 1944 y la Cárcel de Vista Hermosa, en 1951.
La Cárcel vista por Blanco Fombona
El escritor Rufino Blanco Fombona, quién estuvo preso en la Cárcel
Vieja de Ciudad Bolívar junto con el poeta Alfredo Arvelo Larriva, la describe
así en carta del primero de agosto de 1905, dirigida al Secretario General de
Gobierno Eliseo Vivas Pérez:
“Muy
señor mío: ayer fui pasado a la cárcel pública, de orden del juez, según se
dice. La cárcel de Ciudad Bolívar es inhabitable para ninguna persona, no digo
ya decente, sino que haya visto otra
cosa que inmundicias y narices que hayan respirado otra cosa que miasmas.
La
cárcel la constituyen dos patios, separados por un muro: el patio de entrada,
más pequeño, y el del fondo, en donde estoy, un cuadrado perfecto, de una sola
planta siete metros de largo por siete de ancho. Encuadran este patio donde pululan
hasta 80 presos, la más abigarrada plebe de asesinos y ladrones. Los calabozos
son seis y un excusado, es decir siete letrinas.
Es
tal el hedor que se desprende de estos ochenta cuerpos sudados, de estas
ochenta gorduras, que hacen lo menos ochenta evacuaciones diarias, sin contar
los soldaditos de guardia. Es tal la pestilencia, que apenas llegué caí malo
con neuralgia y con bascas: anoche me ha sido imposible conciliar el sueño.
Han
vertido creolina sobre esta putrefacción, lo que no sirve sino para aumentar la
hediondez, de cloacas con hedor a botica. Y el olfato engañado no sabe dónde
respirar, si en el water closet o en una farmacia.
Sepa
usted, pues adonde ha enviado el Ejecutivo de Bolívar porque no creo que sean
los jueces, a un hombre cuyas manos hubieran tenido mucho honor estrechar y
cuyas sonrisas hubieran tenido a mucho honor merecer, ayer nomás, esos mismos
que lo aprisionan.
A
la insoportable hedentina, agréguese el horror de la comunidad forzosa de seres
de educación, carácter, raza y costumbres semejantes de los míos, el calor de
37 grados Reaumur que reina hoy en Ciudad Bolívar, y una multitud de
cucarachas, ratas, ratones, moscardones, moscas, mosquitos y otros nauseabundos
huéspedes de la basura.
¿Y
es éste, el lugar que han escogido para encerrarme? ¿No estaba, por ventura,
bastante preso en el cuartel de policía? La gendarmería que basta para
seguridad de una población ¿no era suficiente para custodiar a un prisionero? Y
no se me arguya que el juez de ustedes dice que se me detenga en la cárcel. Al
juez lo que le interesa, si algo le interesa
con respecto a mí, es que yo quede bajo seguro y pronto a comparecer a
su presencia.
La
policía apenas se halla separada de la cárcel por una mampostería ¿qué importa,
pues, al personaje de la justicia, el que yo esté a la derecha o a la izquierda
de un muro; en ese o en el otro cuartel?
Y
me dirijo a usted porque sé ¡ay!, cuánto puede un Secretario de Gobierno.
Secretario de
Gobierno era yo, años atrás cuando coterráneos y conmilitones de usted cayeron
presos en el Zulia; y no me costó mucho dispensarles cien liberalidades.
Todo esto,
señor odontólogo, no es pedir cacao, sino pedir justicia”
Rufino Blanco Fombona, novelista, historiador y ensayista, una de las
personalidades más vigorosas y decididas de la época, fue perversamente
internado por sus enemigos políticos en esa vetusta cárcel, tras haber sido
Gobernador del Alto Orinoco y Río Negro que antes tenía su sede en San Fernando
de Atabapo. Su testimonio a la luz de la situación carcelaria actual, evidencia
que muy poco se ha cambiado. Entre la Cárcel Vieja y la Cárcel Nueva hay una
diferencia de decenios, pero el infierno sigue siendo igual.
El edificio de la Cárcel Vieja de Ciudad Bolívar fue restaurado en 1980
por la Corporación Venezolano de Guayana, bajo la supervisión del arquitecto
Graciano Gasparini para ser destinado al Archivo Histórico del Estado Bolívar.
En él ha venido funcionando también el Museo Etnográfico de Guayana conforme a
un proyecto elaborado por la antropóloga María Eugenia Villalón.
Cárcel Modelo
En 1951 cuando fue construida se le
denominaba Cárcel Modelo, después Cárcel Nacional. También Cárcel Nueva y finalmente Cárcel de Vista Hermosa
El director de Obras Públicas
Nacionales en el Estado Bolívar era ese año de 1951 el ingeniero Antonio
Burguillos, quien una vez concluida la obra, la presentó como un centro para la
seguridad, disciplina y regeneración de presos.
Su estructura de cinco cuerpos y dos
plantas incluía edificio para la administración. El primer cuerpo destinado a
talleres; el segundo, para alojamiento de 60 presos en cada planta, con cuatro
dormitorios colectivos y en el piso superior los servicios de mantenimiento. La
planta baja con diez celdas individuales y varios dormitorios colectivos. En el
tercer cuerpo de una sola planta: la cocina, comedor y lavandería. El cuarto
cuerpo de una sola planta, destinado a reclusas, capacidad para veinte mujeres,
además de sala de enfermería y farmacia. Y el quinto cuerpo de dos plantas
destinado para alojamiento del Alcalde, parte superior, y la de abajo para
oficinas.
Antes de transferir los reclusos de la
Cárcel Vieja en pleno casco histórico de la ciudad, entre el Paseo Orinoco y
calle Igualdad, la Cárcel de Vista Hermosa fue estrenada por los presos políticos
de la dictadura militar del General Marcos Pérez Jiménez, que se hallaban en
los campos de concentración de Guasina y Sacupana de la región deltana.
La Colonia Penal de El Dorado
El Dorado es un pueblo situado en la
confluencia de los ríos Cuyuní-Yuruán- Yuruari, en plena región selvática. Las
primeras viviendas fueron hechas por padres Capuchinos que en 1802 se
internaron en misión evangelizadora hasta la Gran Sabana. Pero el nombre de El
Dorado como pueblo data de 1894 por iniciativa del entonces Comisario de
Fronteras, general Domingo Sifontes. En 1923 fue elevado a la categoría de
municipio y su vida ha transcurrido al calor de la explotación minera, de los
recursos forestales y de la Colonia penitenciaria.
La colonia de Trabajo de El Dorado fue creada
por el Gobierno Nacional en octubre de 1944, a dos kilómetros del poblado,
separada por el Cuyuní y sus afluentes. Su funcionamiento se inició en
diciembre de ese mismo año con la llegada del primer lote de cien delincuentes
traídos de la extinguida isla del Burro en el Lago de Valencia.
Se rige por un reglamento decretado por
el Gobierno Nacional el 20 de marzo de 1954 y a ella van a parar hampones,
vagos y maleantes de todo el país, los cuales son sometidos virtualmente a un
régimen de reeducación y trabajo.
Trabajo en comunidad durante el día y de aislamiento durante la noche. Bajo
este régimen están los reclusos divididos por grupos según se trate de personas
mayores de 18 y menores de 21 años; mayores de edad o de extranjeros. Luego
existe una clasificación entre los de mala, regular y buena conducta. Estos
últimos, de acuerdo con el tiempo de reclusión se ubican en el umbral del
Régimen de Comunidad agrícola o Industrial, bajo una vigilancia de seguridad
media. De aquí pasan al último régimen, el de Colonia Agrícola, que tiene por
objeto la aplicación de un régimen de transición a la vida libre.
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