La imponente edificación, suerte de fortaleza sobre
una cumbre, que los bolivarenses conocieron hasta avanzado el siglo veinte como
“El Capitolio” fue proyectado en el siglo diecinueve por iniciativa del Gobierno de Juan Bautista
Dalla Costa como el Hospital San Juan de la Cruz
Durante
la época de la colonia, en Angostura no se conoció la figura del Hospital como
tal. Por supuesto, existió la asistencia
médica pública facilitada por el Ayuntamiento o la Gobernación, pero,
fundamentalmente, la medicina privada.
El primer médico de Angostura fue el doctor Martín Farreras y a partir
de la época de Centurión ejercieron en la ciudad los médicos Juan Barri, Andrés
Caballero, Pedro Goudet y los cirujanos José Andrés de la Guerra, José de Foch
y Juan Adolfo von Rosen, quien pasó a la historia de la medicina como el primer
farmacéutico de Angostura.
Lo
que hoy conocemos como institución hospitalaria se inició en Angostura en 1818
con el establecimiento del Hospital Militar que entonces tenía como espacio
físico un sector del Convento de San Francisco en lo que es hoy la plaza
Centurión.
Según
testimonio de un legionario inglés, en la cumbre de cerro había un pequeño
fuerte, debajo del cual se veía un pintoresco convento que se había convertido
en hospital. El hospital Militar estaba el mando del doctor Adolfo.
Burton y a él se incorporó como cirujano Juan Teófilo Benjamín Siegert, quien
llegó a Angostura en 1820, luego de haber sido enrolado en una isla caribeña
por revolucionarios venezolanos. En 1830, Siegert fue director médico del
Hospital, posición que ocupó durante diez años.
Otro
médico que ejerció en el Hospital Militar de Angostura a partir de 1817 fue
Juan Montes, asimilado como teniente coronel. Para 1821, siendo José Ucros,
gobernador y comandante general de la provincia, Montes era cirujano mayor de
la Plaza. Era padre de Juan Montes Salas, quien en 1830 fundó en Angostura la
Botica Bolivariana.
Luis
Plassard, médico francés radicado en Angostura en 1847 igualmente prestó labor
sobresaliente en el Hospital y como docente del Colegio de Varones en el cual
dictó un curso de Cirugía. Se ocupo de la población indígena y durante una
exploración por tierra del Yuruary en 1848 dio cuenta de las minas de oro.
El
doctor Santos Gáspari, nativo de Córcega, radicado en Angostura a finales de
1830 fue junto con Monseñor Mariano Talavera y Garcés, uno de los promotores de
un hospital civil tanto para mujeres como para hombres que él contribuyó a
materializar con la donación de un inmueble de su propiedad. Gáspari, quien no obstante ser extranjero
llegó a ser Presidente del Estado, murió en Basta (Córcega) en febrero de 1867
y testamentó una de sus casas en Ciudad Bolívar a favor de los Hospitales y 500
pesos para la construcción de la Capilla del Cementerio. En agradecimiento, la Municipalidad bautizó
un Paseo o avenida con su nombre.
El gran hospital
En
1870, Ciudad Bolívar ya disponía de un Hospital para Hombres (Hospital Caridad)
y otro para Mujeres (Las Mercedes), pero funcionando en casas frágiles e
inadecuadas, por lo que el Gobernador Juan Bautista Dalla-Costa decidió a
través de una Junta de Fomento construirle a la ciudad un Gran Hospital y al
efecto contrató en Caracas al ingeniero Alberto Lutowski, el más reputado de
entonces. La obra, muy ambiciosa, comenzó a levantarse en la cumbre del cerro más
elevado del casco urbano, pero un año después quedó paralizada debido a la Guerra de los Azules y la expulsión de
Dalla-Costa.
En
1883, luego de 13 años y bajo el Gobierno del General Jorge Mediavilla se
resolvió reanudar los trabajos comprometiendo a la iniciativa privada que
invirtió 80 mil pesos, pero al ser imposible recabar otros veinte mil para su
terminación, el Gobernador Santos Carrera (1892), con aportes del erario
nacional, decidió transformar la obra en Cuartel para las fuerzas militares
venidas del centro a combatir los movimientos belicistas que desde el interior
del Estado avanzaban a favor de la Revolución Legalista de Joaquóin Crespo. Dadas
estas circunstancias, al Concejo Municipal no le quedó alternativa inmediata
que disponer el 19 de junio de 1899, la reparación y ensanche de los hospitales
civiles existentes. También dispuso que
una vez tuvieron terminados los trabajos bajo la dirección del ingeniero P. H.
Carranza, al primer cuerpo donde funcionaba el de Caridad se le pusiera el
nombre de “Hospital Ruiz” en homenaje al Dr. José Ángel Ruiz, “quien por sus importantes y desinteresados
servicios se hizo acreedor a la consideración y aprecio de los habitantes de
Guayana”. José Ángel Ruiz había
muerto el 21 de diciembre de 1897 tras 25 años de servicio en el Hospital
Caridad. También había sido vicerrector, catedrático de anatomía, patología y
obstetricia del Colegio de Primera Categoría.
De Hospital
a Capitolio
De
suerte que lo que se proyectó para pacientes se convirtió por obra y desgracia
de nuestras guerras intestinas, en un cuartel para concentración de las fuerzas
nacionales de Anduela Palacios y Santos Carrera, que, por cierto, poco tiempo
allí permanecieron debido a la derrota sufrido en el Río Orocopiche por la
División Roscio que comandaban el Mocho José Manuel Hernández y Domingo
Sifontes.
Quien
realmente comenzó a disfrutar establemente de la edificación fue el Batallón Cordero, al mando del General
Ovidio Salas. Desde entonces fue bautizada con el nombre de Capitolio (Fortaleza o ciudadela que
defiende a una ciudad). El jefe de Instrucción del Batallón era el capitán
Ramón Cecilio Farreras, quien el 23 de mayo de 1902 se sublevó con gran parte
de la guarnición (137 soldados con sus oficiales) y depuso al comandante Salas
Sarrías. Farreras se declaró jefe civil y militar de Estado Bolívar y se puso a
disposición del general Manuel Matos, jefe supremo de la Revolución
Libertadora.
Los
días 20, 21 y 22 de agosto los vapores de guerra Restaurador y Bolívar,
dirigidos por el coronel Ramón Delgado Chalbaud, bajo el mando expedicionario
del general José Antonio Velutini, bombardearon la ciudad con 1.300 proyectiles
explosivos. El Capitolio sufrió serios daños al igual que la Catedral, el
Colegio Federal, los Hospitales Ruiz y Mercedes, el Acueducto, el Monumento de
Dalla Costa, el Palacio Episcopal y la Cárcel, entre otros inmueble.
Este
Bombardeo, preludio de la Batalla de
Ciudad Bolívar que se daría en julio de 1903, obligó al gobierno a someter
bajo jurisdicción del Hospital Militar dirigido por el Dr. Acosta Delgado,
todos los establecimientos hospitalarios, divididos en los siguientes siete
servicios: Servicio Ruiz, a cargo del Dr. Emazábel; Servicio Plassard, a cargo
del Dr. Carranza; Servicio Moreno, a cargo del Dr. Ochoa; Servicio Aguerrevere,
a cargo del Dr. Bello; Servicio Farreras, a cargo del Dr. C. García; Servicio
Barrio Gómez, a cargo del Dr. Agosto Méndez y Servicio Lebrún, a cargo del Dr.
Acosta Delgado.
Batallón
“21 de diciembre”
Luego
de la batalla de Ciudad Bolívar en julio de 1903, el gobierno de Castro
recuperó al Estado Bolívar, sustituyó al Batallón Cordero por el Batallón “21 de Diciembre” en el Cuartel del
Capitolio al mando del Gral. José Antonio Farías B. y nombró al general Luis
Valera, jefe civil y militar del Estado Bolívar. Valera después fue electo
presidente constitucional del Estado y falleció finalizando su período en
octubre de 1907. Para ese año el doctor Félix R. Páez, era el director de
Higiene y Salubridad Pública y posteriormente pasó a la Dirección del Hospital
Ruiz y adquirió varias casas para seguir aumentando la capacidad del hospital.
El
director de la Banda Marcial del Capitolio era José Francisco Calloca, quien
daba retretas todos los domingos en la Plaza Miranda, frente al Capitolio, en
la mañana y por la tarde, mientras la Banda del Estado lo hacía en la Plaza
Bolívar.
Batallón Zamora No. 14
El
general Farías fue reemplazado del mando del Batallón “21 Diciembre” por el general
Juan Fernández Amparam, quien luego pasaría a la Gobernación del Yuruary. Bajo
la Comandancia de Fernández Amparam, el Capitolio quedó totalmente reparado
(22/5/1909) de los daños sufridos en la etapa final de la Guerra Libertadora.
Al
Batallón “21 Diciembre” pasó a sustituirlo el Batallón Zamora N° 14 comandado por el general Tobías Uribe y
siendo comandante de Armas el general Juan Alberto Ramírez, quien el 20 de
octubre de 1913 inauguró los trabajos de reconstrucción de la Fortaleza El Zamuro.
Ese año el Batallón Zamora N° 14 fue sustituido en el Capitolio por el Batallón Rivas. Prácticamente debutando
con el ascenso a la Presidencia del
Estado del doctor David Gimón, quien venía de ocupar la misma posición en el Estado Guárico. Vicepresidente fue
designado el general Marcelino Torres García, pacificador de la región de
Yuruary tras la sublevación de Angelito Lanza en Las Chicharas.
El
Capitolio sirvió de sede a la guarnición de Ciudad Bolívar hasta 1952 que el
gobierno nacional a través del Ministerio de Obras Públicas cuyo director en
Bolívar era el ingeniero Antonio Burguillos, terminó de construir el actual Cuartel Tómas de Heres (Fuerte
Cayaurima) en las afueras de la ciudad, con capacidad inicial para un mil
plazas.
A
partir de entonces el Capitolio aún con sus recias garitas en cada ángulo de la
azotea, fue destinado a la Prefectura y Comandancia General de Policía que
venía funcionando al lado de la Cárcel Vieja.
De
manera que el Capitolio, aunque en principio se concibió como Hospital, su
destino histórico fue siempre el de fortaleza para protección y defensa de la
ciudad. Edificado con la técnica y estilo característico del siglo diecinueve,
se conservó hasta 1980 con muy escasas intervenciones y tradicionalmente los
bolivarenses lo veneran como una joya de calor arquitectónico e histórico que ha
debido conservarse y revitalizarse dentro de los cánones universalmente
establecidos para la conservación de los monumentos públicos.
La
intervención de que ha sido objeto últimamente El Capitolio en función de un
Centro de las Artes, adosado a él un Teatro del proyectista Oscar Tenreiro,
malogra gran parte la fisonomía característica de ese inmueble. Al parecer el
arquitecto se asesoró mal o su intervención se basa en una investigación
socio-histórica bastante pobre. Aunque hay quienes sostienen como la doctora en
antropología María Eugenia Villalón, ex presidenta de la Asociación de Vecino
del Casco Histórico, que allí lo que está ocurriendo no es problema de
ignorancia histórica sino la imposición de un nuevo lenguaje o ensayos
modernistas que propugnan el mestizaje arquitectónico.
Situación
bastante penosa, toda vez que la revitalización de Casco Histórico, lo cual ha
costado sudor y lágrimas a los bolivarenses, se inició bajo los criterios conservacionistas
adoptados en los centros históricos de otras ciudades hispanoamericanas. Haberlo
violentado es realmente una desgracia.
Excelente! Como he disfrutado de leer estos hechos históricos de mi Ciudad y valga la reflexión final en cuanto a la lamentable desaparición o disfraz que se le dió al capitolio, sin duda una verdadera desgracia.
ResponderEliminarEL PROFESOR Y MAESTRO AMÉRICO FERNÁNDEZ, CADA DÍA EDUCA Y ENTRETIENE NO SOLO A LOS GUAYANESES, SINO A TODOS LOS VENEZOLANOS. GRACIAS MAESTRO
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