Punto culminante de la penetración misionera
en tiempos de la Colonia, emergió como alternativa expansionista de la Misión
de la Divina Pastora, pero también como una necesidad geopolítica de la que
siempre dudó el gobernador provincial, don Miguel Marmión.
Los religiosos echaron las bases del
pueblo de Nuestra Señora de Belén de Tumeremo, el 26 de enero de 1788, no
obstante el veto de Miguel Marmión, a la sazón Gobernador de la Provincia de
Guayana.
Dos razones privaron para que los
padres misioneros alargaran sus dominios hasta ese punto que se alza 177 metros
sobre el nivel del mar, al sureste de Nuria que es la mayor altura de la Sierra
Imataca: detener el avance de los holandeses posesionados de la región del
Esequibo y solucionar el problema de saturación que presenta el Hato de la divina
Pastora por la rápida multiplicación de la ganadería y consecuencial
emprobecimiento de las dehesas.
Sin embargo, Miguel Marmión, Gobernador
de la Provincia de Guayana (1784-1790), contrarrestaba tales razones opinando
que establecer misiones próximas al Esequibo, en vez de evitar, facilitaba el
acceso para la conquista, el contrabando y la piratería que en ese tiempo
favorecían los caribes, enemigos de los españoles.
De todas maneras, los capuchinos
catalanes, contra viento y marea, se arriesgaron y comenzaron, primero, por
fundar un hato y luego por materializar la existencia de un poblado.
Cuando el Reverendo padre Presidente de
este pueblo, Fray Mariano de Perafita, informó oficialmente de la fundación de
Tumeremo a fin de que se le proveyera de los ornamentos, vasos de consagrar,
campanas y demás útiles para el funcionamiento cabal de la Iglesia erigida a la
Virgen María como patrona bajo la advocación de Nuestra Señora de Belén, el
gobernador Marmión expresó disgusto por no haber sido avisado previamente y
también porque tenía noticias del misionero Justo de Barcelona, según las
cuales se estaban expatriando los indios de otras misiones para la nueva
fundación, lo cual resultaba inconveniente desde el punto de vista
geo-político.
Resistido el Gobernador a reconocer la nueva
fundación, comisionó a varios capuchinos, entre ellos, el mismo Justo de
Barcelona, para que viajaran a España a denunciar la situación.
Eran tiempos del Rey Carlos III, fallecido en
diciembre de ese año, por lo que el sucesor, su hijo Carlos IV, fue quien
recibió la denuncia, la cual se procesó durante dos años, al cabo de los cuales
fue referida a la consideración de la capitanía General de Venezuela.
El Capitán General Juan Guillelms (1786-1792), una vez
estudiado el asunto, decidió la conveniencia de la fundación de Tumeremo, por
lo que al gobernador Marmión no le quedó otra alternativa que aceptarla y
comisionar sobre la marcha al Capitán Antonio López de La Fuente para que
estudiara el lugar y erigiese un Fuerte protector de la misión, el cual, aunque
se erigió en la desembocadura del Botanamo en el Cuyuní, lo bautizaron con el
nombre de “Fuerte Corumo” (1790). El mismo estuvo comandado por el propio López
Fuentes, al mando de 30 hombres.
El poblamiento organizado de Tumeremo los iniciaron
los Reverendos Padres Capuchinos de la Provincia de Cataluña con 177 indios
guayanos del propio Tumeremo e indios traídos de las misiones de Ángel Custodio
de Aycana y Altagracia de Capapuy. Para 1799 esta población creció a 351
indios, de los cuales 108 eran niños. Los misioneros pusieron al frente de la
fundación al Padre Fray Mariano Perafita.
El informe levantado en 1799 a solicitud del
gobernador Felipe Inciarte, el misionero Fray Buenaventura de Sabadel, hace la
siguiente descripción de Nuestra Señora de Belén de Tumeremo: “Este
pueblo se empezó a fundar el año mil setecientos ochenta y ocho. Dista de la
capital de la provincia cuarenta y nueve leguas y de la villa de Upata veinte y
dos: tiene al oriente a distancia de cinco leguas el monte grande, en donde
viven los indios silvestres. Al poniente tiene la misión de Tupuquen, a cinco
leguas; al sur la misión de Cura, a seis leguas, y la del Ángel Custodio
inclinada algo al Poniente, que dista cuatro leguas. Al Norte tiene unas
serranías y montes a cuatro leguas, cuyos términos se ignoran por ser
intransitables. Está fundado en una loma de sabana, piso duro; tiene una laguna
al lado a la parte del Sur, y manantiales permanentes de donde se bebe; tiene
sabana apta para criar ganado, y por este lado es la última sabana de esta
provincia. Dicho pueblo se fundó para hato del común, porque las sabanas de la
Divina Pastora están ya perdidas; tienen bastante montes para labranzas, cuyas
tierras son negras, coloradas, arenuscas y frescas”
Para el
año de este informe, el fundador Fray Mariano continuaba al frente del pueblo
de Tumeremo. El, nacido en Perafita (España) en 1754, había llegado a Guayana
en 1784 y permaneció en Tumeremo desde 1788 en que inició la fundación hasta
poco antes de la Toma de las Misiones por las fuerzas patriotas comandadas por
el general Manuel Piar. Entonces fue sustituido por Fray Ildefonso de Mataro,
quien vino en la décimo primera y última misión de España.
Parafita
fue transferido a la Misión de San Ramón de Caruachi y allá se hallaba cuando
Piar asumió el control militar de las Misiones. Entonces fue reducido a prisión
dentro del propio Convento, convertido en cárcel, vigilado por el Teniente
neogranadino José de Dios Ucros (1817). El padre Perafita es el primero que
reducen a prisión y el primero también que degüellan de un machetazo cuando por
una virtual orden equivocada o mal interpretada ejecutan masivamente a veinte
misioneros capuchinos.
Después de la Colonia
Tumeremo, que en el lenguaje de los indios guayanos,
significa “culebra pintada” conservó
después de la Colonia y hasta 1881 que se creó el Territorio Federal Yuruary
con cabecera en Guasipati, su dependencia de Upata denominada Cantón y luego
Departamento. En 1909 que fue disuelto por segunda vez el Territorio Federal Yuruary y se creó el Distrito Roscio
con capital en Guasipati, Tumeremo pasó a ser municipio foráneo de esta entidad
distrital hasta 1981 que fue elevado a la categoría de distrito (Distrito
Sifontes) con jurisdicción sobre los municipios El Dorado y Las Claritas, en el
kilómetro 88.
Tomas Yépez, un
upatense radicado allí desde 1931 pasó a ser el primer Presidente Municipal que
tuvo Tumeremo una vez elevado a la categoría de distrito y Abraham Anzola, el
primer alcalde en 1990 cuando se restauró en Venezuela la colonial figura de la
alcaldía en sustitución de la Presidencia Municipal.
El Distrito abarca una superficie de 24.392 kilómetros
cuadrados y una población (Censo Nacional de 1990) de 24.668 habitantes. Hoy
por hoy es un distrito fundamentalmente ganadero, minero y maderero. La minería
aurífera le ha dado gran impulso urbano
y económico. En toda la jurisdicción distrital se producía para 1990, 500
kilogramos de oro mensual. Lo infortunado de la alta producción aurífera es que
se va cantando la canción del que no vuelve. El estado apenas percibe un 3 por
ciento de arancel y la Alcaldía no recibe directamente nada. La comunidad se
beneficia por el circulante que implica la actividad de extracción, pero el
grueso de la riqueza que es de la nación, se escapa. Sólo quedan las huellas de
la depredación, los cráteres, la selva erosionada.
Ejidos y Plan Rector
Los ejidos de Tumeremo datan desde su
fundación y específicamente abarcan una superficie de 5.666 varas españolas y
con la ayuda y asesoría de la CVG se realizó en 1988 un levantamiento
topográfico de los mismos, que culminó luego con un Plan Rector de desarrollo
urbano.
El Plan Rector ha sido de gran utilidad
pues se levantó en momentos en que el Municipio comenzaba a experimentar los
efectos socioeconómicos de una actividad pecuaria, maderera y minera que se
acentuaba. Cada día se ven nuevas y mejores construcciones en el casco y zonas
de extensión urbana.
El Dorado
El dorado, cabecera del municipio (hoy
parroquial) foráneo Dalla-Costa, con unos cinco mil habitantes aproximadamente,
se localiza en la confluencia de los ríos Cuyuní-Yuruán-Yuruari, en región
selvática del Estado Bolívar. Ha vivido siempre de la explotación aurífera y de
las Colonia Penal, a dos kilómetros del pueblo y separada por el Cuyuní y sus
afluentes.
La existencia de El Dorado la marca
primigeniamente la Comisaría de Fronteras del Cuyuní y el nombre de El Dorado
se lo asigna el general Domingo Sifontes, cabeza principal del movimiento
armado que desalojó a los ingleses a finales del siglo diecinueve cuando
pretendían avanzar los hitos fronterizos desde la región del Esequibo.
La Colonia Penal, llamada en su
comienzo Colonias Móviles de El Dorado data de 1944 cuando llegaron los
primeros presos transferidos desde la Isla del Burro en el Lago de Valencia.
En cuanto a El Dorado propiamente como
municipio, data del año 1923 y en ese mismo año le fueron marcados sus ejidos
por el agrimensor público Santos Semedey. A partir de allí la vida de El Dorado
transcurre entre el trabajo de las minas y como punto de vigilancia de la
frontera. (Ver crónica aparte sobre El Dorado)
Las Claritas
Desde el 25 de junio de 1986, Las
Claritas o, mejor dicho, San Isidro, capital Las Claritas, es municipio foráneo
(hoy parroquia) bajo la autoridad jurisdiccional de Tumeremo (Sifontes).
Es un pueblo eminentemente minero
situado a la margen del río Las Claritas que nace en la sierra de Lema y
desemboca en el Cuyuní. Está apenas a 40 kilómetros de la línea fronteriza con
la Guyana. Es el pueblo limítrofe más importante después de Santa Elena de
Uairén en la Gran Sabana y de aquí el interés del Gobierno de aprovechar la
coyuntura de la fiebre del oro para consolidarlo como pueblo fronterizo con
alternativa distinta a la explotación aurífera.
Para 1989, Las Claritas, a 88 kilómetros de El Dorado, era
la mejor plaza para la compra y venta de oro. Allí convergían de todo el país
representantes de unos 2 mil entes con licencias. Funcionaba como una pequeña
bolsa del oro donde se compraba en función de la oferta y la demanda a través
de un sistema de comunicación privada Las Claritas-Ciudad Bolívar-Caracas-Nueva
York, para estar al día en materia de precios.
Tumeremo, junto con El Dorado y Las
Claritas, se ha convertido en base
militar de fronteras, muy importante. Aparte de la Guardia Nacional que tiene
directamente que ver con el control policial de la explotación minera y
maderera, esta capital del municipio Sifontes cuenta con un fuerte (el
Tarabay), asiento de dos Batallones y de una Batería de Morteros de 120 mm.
Asimismo una Base Aérea con equipos modernos y una pista de aterrizaje de tres
mil metros.
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