Fundada en 1769 sobre un montículo rocoso, a
60 metros sobre el nivel del mar, llegó a ser capital del Estado Bolívar en
1881 y fue centro de operaciones de la Campaña de Guayana entre 1815 y 1816.
Antes de reunirse con Páez, el Libertador permaneció allí durante cuatro días.
Cabruta fue primero y luego, dieciocho y medio kilómetros, río de por medio, fundaron Caicara como punto
de contacto con las extensas sabanas del sur, buenas para la ganadería y para
hacer contacto los padres jesuitas con los indios Tamanacos, quiriquiripas,
avarigotos, parecas, maquiritares y mapoyos que habitaban la zona.
En la actualidad sólo quedan restos de
los indios Panare o E’ñapa que tienen relación
con la población urbana a través del comercio de artesanía.
Uno de los primeros en llegar allí fue
el sacerdote jesuita Bernardo Rotella,
fundador de Cabruta en 1740 y autor del primer mapa del Orinoco donde figura el
brazo Casiquiare.
Los frailes jesuitas intentaron la
primera fundación de Caicara en la banda derecha del Orinoco frente a Cabruta,
pero su permanencia fue efímera debido a los ataques periódicos de los indios
caribes. De manera que cuando don José Solano y Bote pasó por allí remontando
el Orinoco (1756) en el curso de la Expedición de Límites, propuso en su mapa
topográfico sobre el Orinoco un lugar más seguro y menos problemático como
escala de la navegación: “En la misma banda, frente al río Manapire,
a la cabeza de tres islas, equidistantes de Cuchivero y de la antigua ciudad, y
formando una casi-isla con el río
Guainiana tributario del Cuchivero, y el caño parapara tributario del
caño de la tortuga”
Pero
a la hora de la verdad esa recomendación jamás se tomó en cuenta. El
gobernador de la Provincia de Guayana, don Manuel Centurión (1766-1776) incluyó
a Caicara entre los cuarenta pueblos que debía fundar y repoblar para mejor
dominio y control del territorio de su mando, pero el sitio lo dejó a la
escogencia de su oficial Pedro Bolívar, quien se instaló allí (1769) e hizo un sostenido esfuerzo para
repoblarla con hispanos, sobre un montículo rocoso, 60 metros sobre el nivel
del mar, difícil de afectar el Orinoco en sus grandes crecidas. En 1772 el
Gobernador decidió declararla Villa.
Así surgió Caicara, a la que luego hubo
de ponerle apellido (del Orinoco) para diferenciarla de otra Caicara, la de
Maturín, sobre el Guarapiche.
Al año siguiente cuando el monje
benedictino Iñigo Abad de la Sierra pasó por allí en periplo desde Puerto Rico,
la reportó en su informe como una “fundación novísima”
En 1800 Humboldt y Bonpland observaron
que el nombre de Villa era pomposo para unas pocas casas reunidas: “Mas
abajo de San Rafael de Capuchino llegamos, a la derecha, a la Villa de Caicara,
cerca de una ensenada que llaman Puerto Sedeño –relata Humboldt y agrega: Es la
reunión de un pequeño número de casas que lleva el pomposo nombre de Villa.
Alta Gracia, la Ciudad de la Piedra, Real Corona, Borbón, todas las villas que
se encuentran entre la boca del Apure y Angostura son igualmente miserables. He
recordado anteriormente que los presidentes de las misiones y los gobernadores
de las provincias tenían la costumbre de solicitar de Madrid privilegios de
villas y ciudades en el momento en que los primeros fundamentos de una iglesia
habían sido echados. Era un medio de hacer creer al Ministerio que las colonias
aumentaban rápidamente en población y prosperidad. Cerca de Caicara, en el
Cerro del Tirano se encuentran esculpidas figuras del sol y de la luna (...) Se
asegura que, en una roca más alejada de la orilla y llamada Tecoma, las figuras
simbólicas se hallan hasta a cien pies de altura. Los indios conocían antaño un
camino que conducía por tierra desde Caicara hasta Demerara y Esequibo”
Caicara del Orinoco jugó rol importante
en la conquista de la Provincia de Guayana por los patriotas. Los primeros en
penetrarla fueron los generales Manuel Cedeño y José Tadeo Monagas en 1815.
Ambos Generales se hicieron fuertes en Caicara del Orinoco. Montaron su centro
de operaciones en el Hato del Tigre y allí formaron una fuerza de 800 jinetes
con la cual resistieron y presentaron combates a las fuerzas realistas que
pugnaban por expulsarlos del territorio. Entre mayo y julio de 1815 se
registraron choques sangrientos en Moitaco, mesa de Angostura, Orocopiche,
Santa Bárbara, Morichal del Becerro, El Caraqueño y San Pedro.
A las fuerzas de Cedeño se integraron dos valientes caicarenses:
Víctor y Venancio Riobueno, quienes luego de la unión de las fuerzas de Cedeño
con las de Piar que culminó con la Batalla de San Félix, donde se
distinguieron, fueron ascendido al grado de coronel.
Tras sentarse los Poderes Supremos de
la República en Angostura, el Libertador designó al coronel Víctor Riobueno
comandante del Departamento de Caicara, capital del Alto Orinoco, y una de sus
principales tareas consistió en reunir la mayor cantidad posible de reses,
caballos y mulas para el Ejército.
Bolívar estuvo cuatro días en Caicara
del Orinoco, desde el 12 al 15 de enero de 1818 con una escuadra y dos
batallones en el curso de su expedición al Apure a reunirse con el general Jose
Antonio Páez para luego emprender la campaña del centro.
Hasta la época de la Independencia,
Caicara fue una villa o cantón deprimida. Francisco Michelena y Rojas, quien
hizo escala allí en 1859 antes de proseguir su exploración por el Alto Orinoco,
escribe que “el estado, sino floreciente,
al menos de prosperidad a que llegó Caicara después de la Independencia, en que
también fue incendiada, en gran parte se le debe a un vecino, el más laborioso,
activo y enérgico de aquel cantón (D. José Golindano), quien, con una numerosa
familia, casando a todos sus hijos fue el núcleo de la población que se formó y
que existe hoy...”
Caicara fue incendiada dos veces: ésta
a que se refiere Michelena, y en el curso de la guerra Federal. El primero de
octubre de 1860, Ambrosio Tapia, alzado en nombre de la Revolución Federal y tras derrotar las tropas del
gobierno central al mando del capitán Lino Díaz, enviadas desde Ciudad Bolívar,
saqueó e incendió la población. El año siguiente Tapia fue capturado y fusilado
en Guárico por las propias fuerzas
federalistas, debido a que se había transformado en un malhechor.
Caicara del Orinoco llegó a ser capital
del Estado Bolívar gracias a la llamada Constitución Suiza sancionada el 27 de
abril de 1881 y por la cual Venezuela quedó dividida en 13 grandes estados. Al
Gran Estado Bolívar lo integraban Apure dividido en el Bajo y Alto Apure y
Bolívar dividida en los Departamentos Cedeño (Caicara), Heres (Ciudad Bolívar),
Guzmán Blanco (Upata) y Roscio (Guasipati). Entonces, Ciudad Bolívar, capital
tradicional, fue sustituida por Caicara del Orinoco debido a su posición
equidistante entre las secciones de Apure y Bolívar. Pero en Enero de 1882, la
Asamblea Legislativa votó por hacer regresar de nuevo la Capital a Ciudad
Bolívar, toda vez que Caicara resultaba inadecuada por la falta de servicio y de
instalaciones para los Poderes. En marzo Ciudad Bolívar era nuevamente capital
del Estado.
En el curso de su historia y desde su
fundación, Caicara del Orinoco fue villa, cantón, departamento, distrito y
finalmente municipio autónomo con jurisdicción sobre la Urbana, Las Bonitas y
Santa Rosalía.
Concepción de la Urbana
Este pueblo o parroquia del Municipio Cedeño, fue
fundado con el nombre de Concepción de la Urbana por misioneros jesuitas, en
1731, a la orilla derecha del Orinoco, frente a ocho islas frecuentadas
periódicamente por centenares de tortugas y con un grupo inicial de 500 indios,
entre otomacos y oruanos.
La fundación es atribuida al Padre José
Gumilla, autor del Orinoco Ilustrado, quien con el Padre Bernardo Rotella, tuvo
a su cargo la reinstalación de las misiones orinoquenses que habían sido
abandonadas por los jesuitas en el siglo XVII. La Urbana o Uruana, junto con la
Encaramada, Carichana, Sanborjas y Atures perteneció al grupo denominado
“Misiones de Cabruta”.
El pueblo comenzó a languidecer cuando
Manuel Centurión, gobernador de la provincia, atendiendo instrucciones del Rey,
expulsó a los misioneros jesuitas del alto Orinoco. Pero se mantuvo siempre
como modesto puerto fluvial de escala obligada para los navegantes,
especialmente para quienes explotaban la llamada Feria de la Tortuga. Es el pueblo bolivarense más antiguo y ha
vivido siempre de la ganadería, la pesca y por muchos años vivió de la Tortuga
arrau o Feria de la Manteca .Entre la
Urbana y la Isla de Pararupa se recogían anualmente 4 millones de huevos de
tortuga, los cuales promediaban 3 mil damasanas de manteca.
El Libertador permaneció dos días en la
Urbana (21 y 22 de enero de 1818) cuando se dirigía a San Fernando de Apure a
entrevistarse con Páez.
Cerca de este pueblo esta naciendo otro: Los Pijiguaos,
gracias a las minas de bauxita localizadas por la CVG, matriz de bauxiven,
empresa que evalúa, desarrolla y explota esos yacimientos calculados en 500
millones de toneladas.
Las Bonitas
Antigua capital del Municipio
Altagracia, situada a la margen derecha del Orinoco, frente a la isla de su
nombre, fue fundada con el nombre de Ciudad Real por el jefe de Escuadra de la
Expedición de límites, don José de Iturriaga, en 1756. Su primer gobernador fue
Francisco Guigo, quien participó junto con Joaquín Moreno de Mendoza en la
fundación de Angostura.
Santa Rosalía
Santa Rosalía, antigua cabecera del Municipio Ascensión Farreras,
está ubicada en medio de la vía que comunica a Maripa con Caicara, bastante
distante del Orinoco, pero en un valle fresco y hermoso de la cuenca del
Cuchivero.
Prácticamente es una comunidad
organizada del Siglo XX. Para 1864, aún no se mencionaba. Entonces el
Departamento Alto Orinoco lo comprendía Caicara, Cuchivero, La Urbana y Las
Bonitas. No se le conoce fundador oficial. Al parecer es una comunidad
espontánea que gracias a las bondades de su tierra ha superado en población a
Las Bonitas que data del siglo dieciocho.
Es un pueblo ideal para la siembra y la
cría, produce granos, tubérculos, y después de Caicara es la entidad de Cedeño
con mayor población ganadera, mermada durante la explotación de las minas
diamantíferas de Guaniamo que atrajo a
muchos campesinos y llaneros deseosos de probar suerte en los placeres de las piedras
preciosas.
Como otros, es un pueblo que vegeta y
suele salir de la rutina durante las fiestas de su patrona Santa Rosa de
Palermo, frente a cuya Iglesia fue construida una plaza inaugurada el 4 de
septiembre de 1977.
Amalivacá
Los Tamanacos constituían un pueblo indígena
de filiación lingüística Caribe, hoy desaparecido. Habitaban en las riberas de
Caicara del Orinoco y fueron trasladados a mediados del siglo XVIII por el
misionero jesuita italiano Salvador Gilij a la misión de la Encaramada, cerca
de La Urbana.
Cuando el padre Gilij los reubicó,
apenas quedaban 125 individuos de una población más numerosa que se deduce fue
diezmada por las epidemias y las guerras.
Carapaica, su caique o gobernante,
solía decir: “Todos somos hijos de uno y aunque tenemos colores diversos,
descendemos de un solo hombre. El sol abrasador, las fatigas y la penosa vida
nos han diezmado. Somos ya humo blanco, como el vestido de Amalivaca”.
Según escribe Gilij en su Ensayo de Historia Americana, Amalivacá
era el Dios de los Tamanacos. Tenía dos hijas y un hermano llamado Vochi,
juntos, según su cosmogonía, crearon el Orinoco.
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